Corren los árboles contra la calle,
El asfalto parece infinito,
En la oscuridad de la noche no hay casi nada,
Todo tiene tu nombre escrito.
Las lumbres permanecen despiertas,
Escudriñando mi penosa encrucijada,
El fin será el día en que te halle,
Donde las luces, ya en gracia, caigan yertas.
Ha quedado impresa tu sombra abstracta,
Ocupando el borde sano de mi mente,
Abro, veo, nada interesante presente,
Cierro, alivio: tu imagen sigue intacta.
Al fin estarás frente a mí tan claro
Que a pesar que nada alumbra,
Mi fe en tí, ahora vidente, ha traspasado
La desconfianza que me hallaba
sumergida en la penumbra. |