Una fuente: agua. Fuego. Tus labios rojos. Montañas. España, Barcelona: Gaudí. Aire puro. Atracción. Gemidos. Deseo...

... Tengo el calor de tu voz sobre mi piel,
quemando mis venas en cada latido.
Surcan tus labios, al galope de mi imaginación,
ebullendo mi sudor
en la hoguera de tu recuerdo tibio.


Deja que mi voz te acalle, al ritmo de
mil besos; déjala que haga jirones
mágicos en tu cabello suelto.
Déjala que invada, en cada susurro,
el dulce vaivén de tu cuerpo.


Haz que te ame una noche entera,
extinguiendo en cada beso el índigo
bañado de estrellas. Laureando
entre sollozos, mordiscos y cariños,
el azulino sol de una mañana nueva.


Si yo fuera roca petrificada,
ante tus caricias de dedos tersos,
deja que emane agua de tu vientre tibio,
para que suavice mis formas, caldeadas
de tu gesto tierno.





Pd.: Comencé esto escribiendo luego de charlar contigo anoche. Lo terminé en un caluroso vagón del metro: no sé si caliente por el verano, o caliente por recordarte.