Puta madre, los días de navidad me llegan a las bolas y sobre todo el tener que comprar los regalos para la pinche familia. Por estas fechas no tengo dinero, ni ganas, ni la paciencia para entrar en los negocios atestados de idiotas. Odio los adornos navideños, los estúpidos arbolitos con las esferas indecentes y los miles de nacimientos con miniaturas de pastores, vacas, ovejas, reyes magos y sagradas familias… ¡A la mierda con toda esa farsa!
Compro los regalos, no porque sienta la necesidad de hacerlo o porque crea que es una obligación para mantener el espíritu navideño –que al espíritu ese lo mantenga su chingada madre-, en realidad lo hago para no quedar como un pendejo frente a la familia y los invitados a la hora de intercambiar regalos y para que me dejen comer en paz.
He descubierto, con el paso de navidades peores, que los regalos deben ser ridículos y sin uso, de lo contrario, si obsequio algo que le sirva a mi vieja para llevarla tranquila en su diario vivir, o algo a mi hija para que aprenda un poco más, me mandan rápido a la mierda con una mirada cargada de reproche: “pinche Plastic pendejo, siempre regalas mierda”… por eso, para que no crean que les regalo mierda, mejor se las regalo de verdad.
Feliz navidad y chinguen a su madre.
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