Bajo las pérgolas,
Los amores nonatos, aniquilados,
Privados de la gloria,
Flotan hechos suspiros,
En el limbo del olvido.
En el roto espejo del estanque
Un fugaz reflejo lunar,
Inmaculado como el pecho de una virgen
Trémulo, de tan blanco transparente,
Frío..hiriente.
Por los rincones,
Enredados en obscenas copulas,
Se encuentran los suicidas,
Acunados por un enjambre de sortilegios,
Ajenos a las rastreras de flores magenta.
Entre los rastrojos,
Aumentando la agonía de los desterrados
Un riachuelo incandescente,
Mil lenguas de fuego que lamen despacio,
Sus huesos descarnados.
Y aquí, en esta esquina donde se funden todos los lamentos,
Convertidos en un eco de cristal,
Escucho los graznidos de los cuervos.
Ya llegan… se acercan hasta mi cuerpo,
Vacío, abandonado sin alma
En el jardín de los ausentes.
|