Cualquier noche, podría ser el comienzo de la iluminación, iluminación sería poder llegar a sentir lo que es tocar el sol, tocandome el corazón por dentro, tactando las venas en mis manos, sintiendo la sangre fluir libremente por la euforia del descubrimiento de lo indecifrable.
La gratificación sería casi inexplicable de tan absoluta y total.
significaría comenzar a entender de muchas cosas algunas de ellas, pasando de un sentimiento
inseguro a uno suavemente agradable. Simplemente viendolo de un lugar distinto a otros, ubicandonos en una postura de bienestar, tan simple komo una actitud pacífica donde el pensar es liviano.
Estas situaciones de bien estar parten de cosas cotidianas, pequeñas, que aveces de tan
insignificantes se sienten frágiles y dan
lugar a dejar al cuerpo sentir la escencia del poder dirigirse a lo más complejo y dificil de llegar.
esas brisas de comodidad son las que forman la altura de otros deseos. Digamos tambien que se puede uno llenar de luz muchas veces,
apretando el sentimiento la garganta y el korazón. Es decir, esas pequeñas luces son las que nos acercan a la iluminación, si no tuvieramos la capacidad de alcanzarlas, ellas serían lo alto, lejano, junto con las demás luces más potentes.
Además nisiquiera conoceríamos como se siente una satisfacción y mucho menos seríamos concientes de que podríamos llegar a ese punto de luminocidad. Porque sin esos momentos nuestra mente se achica y pierde la capacidad de ocurrirsele lo que realmente es posible. Ellas son
necesarias si queremos llegar a lo alto, como intermediarios que aveces se pueden compartir con personas o cosas pero te elevan para acerkarte a tu propia cima.
Y lo más lindo es sentir que no estás lejos, que no es tan imposible y esto por una simple calidéz de la cual se crece y se acorta la distancia hacia el sol.