De pie, escondido en el umbral de la tarde,
se encuentra un hombre
con la visión soslayando el incendio
que sopla en todas sus velocidades
acercándose velozmente a su mano
tranquila y destructiva

Las aves juegan sobre la construcción
de un árbol atrofiado por el suelo firme
de la ciudad inquieta

El fuego se hace mas fuerte,
con su lánguida capa,
la niebla vanamente lo cubre
Toman su posición unas cuantas nubes,
estampadas cronológicamente sobre un firmamento de
poetas radiales...iguales
y el sentido se suspende sobre unos cuantos pañuelos sucios
el hombre declama ser viejo
y llama a la muerte con gritos desde la superficie
¡La senectud se hace del acostumbramiento!;
de la idea fija en tanta mente igualada,
una de la otra
la otra de una

Sopla con fuerzas el incendio
Inútilmente el hombre busca sus lentes de sol
Para evitar el ardimiento
Y el dolor de ojos

Todo es fuego, el hombre también lo es
Mas en su inocencia,
Todavía no lo sabe.