La madre era joven, se había alejado de la droga con ayuda de una fundación de la iglesia.
El hijo mayor tiene 19 años, recibió una beca para estudiar en un programa de intercambio con Alemania, está en ese país y le va bien.
El hijito menor solo tenía un año y medio.
Algo urgente hizo salir a la madre al centro de la ciudad, sería tan inesperado que dejó a su hijito solo, en la casa, por unas horas... ya volvería a atenderlo.
Pero la madre no volvió, la dio un ataque de epilepsia y murio en un lugar en donde nadie la conocía.
Llegó su cuerpo al instituto medico legal en donde se le tomaron las huellas digitales para saber quien era, se enviaron a las oficinas de identificación y desde allá volvieron por tener borrones. Pasaban los días y el hijo pequeño lloraba solito en su casa humilde de Iquique, el puerto del norte de Chile.
Solo Dios podía cuidar de ese pequeño, sin ayuda no podía alimentarse, ni siquiera tomar agua. ¿Qué sería de él?
Dios es el Dios de la vida y todas sus leyes generan vida. Muchos piensan que es un ser todopoderoso y bueno.
Las leyes de Dios no son conocidas del todo, ni siquiera a él se le conoce bien.
Dios existe y no es "él", Dios es la vida, es "nosotros", es el amor que genera la organización en la naturaleza.
Dios no sabía que ese niñito estaba abandonado y en grave peligro.
Hubo gente que sintió el llanto y contó que él siempre lloraba, no podían saber que ahora estaba en peligro de una muerte segura, solo y sin agua.
Lo encontraron muerto debajo de su camita, tenía un pedazo de pan en su manito y había muerto deshidratado chupando ese pancito en su boca.
La ley de Dios se cumplió una vez más.
Las leyes de Dios son las leyes de la vida
Dios no es un "ser" superior, ni es bueno, Dios es la vida y su más alta expresión en este planeta son las personas.
Nadie supo ayudar a ese niño, la madre no se atrevió a molestar a alguna vecina para que lo cuidara. ¿por qué no se atrevió?
¿Cuántos hubieran dado un año de su vida por amparar a ese pequeñito?
Ahora ya viene la navidad y más de alguien habrá de decir, una vez más, que la convivencia humana, la armonía social, la solidaridad, son valores más importantes que los regalos.
Claro que son más importantes.
Esa es palabra de Dios.
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