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No me gusta que me digan que no. Es simplemente que no lo tolero. y eso que mi día empezó bien. las visitas médicas me levantan el ánimo, así como los delantales impecables me hacen ver aun más radiante el sol. Caminé a la consulta con un imperturbable buen humor. La secretaria me desagradó tal vez un poco más que el resto de los días, creo, no me acuerdo. La cama solar delataba las arrugas y su pequeño busto clamaba doce años de preventiva adolescencia, tensión fisiológica que transformaba a Cristina en una esfinge mezcla de dos períodos biológicos apologética de las cirugías estéticas que provechozamente comercializaba su marido. Me dio un besito no pedido adecuado a su impertinencia y me sugirió con una dulce orden que me sentara.
Los diáfanos lentes del doctor traslucían una clara mirada inteligente. La cara de un dios que mira y repara a sus criaturas. Doctor no me encuentro bien. Yo la encuentro perfectamente bien Elena. Quisiera pedirle que me deje ver un médico. Elena, está viendo un médico. Doctor, ya lo sé. Me refiero otro tipo de médico. Quisiera ver a esos que se ocupan de la mente, de los sueños. Elena, no creo que haya necesidad Elena; yo la encuentro de muy buen humor, Elena. ¿Está teniendo problemas para dormir? Por supuesto que él no sabe que me encuentra así, alegre, porque vine a verlo. Pero no puedo avergonzarme ante él. Cómo decirle mis cosas. Es cierto que me ha visto desnuda pero, no doctor no es que no pueda dormir. Ese es más bien el problema, el problema es cuando duermo, cuando sueño. Ud. debiera relajarse Elena, una mujer tan bella. Doctor, mire Ud. tendría sólo que firmarme la orden. De todas formas, hoy en día es habitual que uno visite ese tipo de médicos. No crea que la obra social cuestionaría su decisión. Mire Elena, le explico, yo no puedo derivarla, no puedo satisfacer su pedido por un mero capricho, qué quiere que le cuente mis sueños, mis secretos, que ande por ahí con mis pesadillas de pieles que se abren y por eso le digo Elena que no es tan simple, doctor yo seguiría viniendo con lo cual usted seguiría controlándome cada tanto, lo único que quiero es tener con quien hablar de pero Ud. debiera tener confianza en mí yo no estoy para cumplir caprichos de una niña o cree que aquél diploma se lo regalan a uno no es así se gana.
Las esperanzas de una mujer mueren inelutablemente. Los sueños son sólo una anticipación de lo nefasto. Repito actos que no hice, encuentro objetos que no tengo, y la familiaridad que siento al pasar por ciertos lugares desmiente que sea mi primera vez allí. La inteligencia no descansa en la noche ni aun cuando los ojos se cierran. y el orgullo tiene filo que no está dispuesto a esperar. Los planes que se entretejen antes del amanecer cuando dormimos, o cuando una parte de mí cree dormir tienen el toque de la brillantez siniestra de la inconciencia y del sin sentido. Por eso permanecía pensando cómo aparentar su suicidio cuando lo encontraron muerto boca arriba con la cara de su secretraria arrancada y puesta sobre la suya.

Texto agregado el 18-12-2006, y leído por 140 visitantes. (4 votos)


Lectores Opinan
01-01-2007 jajaj divertido trotamundos
26-12-2006 Me sorprendió el final, pero bueno, el desarrollo te va llevando de tal manera que se explica cada letra. Me gusta mucho. Laztana
18-12-2006 jajajaja si que me has echo reir creo que a Isabel le falto algo más detalle. Saludos y 5* lovecraft
18-12-2006 me gusta su final 5 * ismaela
 
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