la manguera con medusas cristalinas, succionaba con sus tentáculos el olvido que sudaba del aire.
los gemidos ahogados en silencio del piano, brillaban con zapatos negros. escalando con sus amputaciones, los hocicos salivaron sabor amargo. atrapando con el ácido pegajoso que excitaba sus riñones. la colmena, abierta, desplegaba sus telarañas privadas, y transformaba invisible el telón.
sierra electrizando los bordes del corazón de la capturada.
amortiguando las arterias metálicas de sus múltiples regenerativas cabezas, cicatrizaba desnuda una y otra vez.
sulfuro de melancolía, atravesado por las intermitentes estrelladas, brotaba sus lágrimas en la portada de cartón. germinando en los estadíos de la sombra inmortalizada, las consecutivas respiraciones conjuradas. recortes familiares del asesinato interminable. estrobo, incómodo. destellando con los fugaces suicidios en el cielo.
emanando con disfraces de luto, la estelar, cubrió sus velos de parásitos. infectando su pulso.. aguantando, batallando con el congelamiento del momento. murmurando veneno al oído del tiempo.
explotando con los asteroides carceleros, la gota de vida brotó de la rata muerta hace meses. eternizando el hedor de la tortura, prisionera vagabunda. la piel caída y apestosa, se amalgamaba con la suciedad de mis escalofríos. helando el cuarto oscuro enojado con la luz.
desorden en el cementerio enjaulado. sangre tatuada en las paredes de mis antecesores. uno a uno, cortando los cables de sus latidos. enfermando sus últimos momentos con cera y venas carcomidas. pelea, fuerza, cediendo... cediendo en los brazos oscuros.
hojas que danzaban en la fantasía final, fluidos incandescentes en las memorias del árbol.
exhalando una hoguera de fatalidades y rosas. sembrando pétalos ensangrentados y muertos, en la tumba del futuro.
llorando sobre la clorofila, inundando de tristeza los seres diminutos no nacientes. anormalidades en los vientres no nacientes.
un lente de telescopio, petrificando el alma mutada. infértil, espinosa. derritiendo las formas de sus pupilas, dejando escapar su mano engarrotada. gárgola infinita en el museo del mausoleo.
apartando los muros de hiedra venenosa, la armadura descendía en las profundidades de la fuente. amarrada en el laberinto de pasados. fríamente colocada en el almacén pequeño sentenciado.
abandonando la fluorescencia de sus ojos, aguantó su parpadeo...:
(...)
(...) (...)
(...) (...)
(...)
soplando su último suspiro.. con su último segundo..
encerrada. escarificando la fecha de su suicidio... pintándose en la pared..
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