Las hormigas que recorren mi cuerpo esta tarde,
me recuerdan tu ausencia y evidencian mis ganas,
mis deseos y mi evocación pueril.
Me muerden sin sospechar,
que terminaran aplastadas
por mis dedos furiosos,
no de la picadura, ni la molestia,
si no mas bien por la cólera contra la soledad.

Recorren mis piernas insubordinadamente,
como si fueran miel,
ventajosamente entregada a sus caminos,
que usurpan sin mayor indecencia,
como tu recuerdo penetra en mis entrañas.

El cosquilleo que provocan sus pasos,
es como el roce de tu lengua.
Y evoco la misma sensación,
en una tarde calurosa y lacerada por tu ausencia.