Cómo eres vida... ya estoy anciano, siento que mis manos se fueron lijando con las penas de mi infancia, me fui puliendo lentamente, con cada clase que me diste, vida. Tomé prestado gran parte de lo que no merecía, por unos cuántos caprichos de adolescente, conocí lo que un chiquillo puede describir más intensamente que yo ahora, pero creo que alguna vez le llamé amor, le froté las manos en mi rostro a mi amada... bueno, qué más da su nombre, si mi mente no da para más que experiencias, los nombres son sólo marcas para reconocer a la gente, y ella, con lo especial que era, seguirá siendo igual, aunque me olvide de Amanda... cómo eres vida, si ya jugaste bastante conmigo, está biEn, lo admito, yo también jugué contigo, pero ya no importa, ambos ganamos en este ajedrez, y quedamos en un jaque bien reñido, debe ser por las trampas que ambos utilizamos, porque para qué estamos con cosas, te engañé varias veces, pero siempre me descubrías, engañé a mis amigos, a Amanda, a mis hijos, y tu me castigabas por todos ellos, como la ley del boomerang que no se equivoca, me devolviste cada parte de mi existencias, gracias vida... ahora ya no me equivocaré más. Recuerdo a mis hijos, no has podido retorcerme la memoria, los recuerdo como si hubiesen nacido ayer, sólo que están más fuertes que un roble, como lo fui yo alguna vez, sólo que quieren seguir viviendo, con las ganas que yo tuve alguna vez... ¿de quién estoy hablando?, ¡pero si yo no tengo hijos! Sólo mi sombra es mi eterna compañía... y mira cómo eres vida, si cada uno está destinado a seguir una cadena de existir, como una de esas cadenas tróficas que me enseñaban en mis años de escuela, cuando los kilómetros no eran una queja por no movilizarse en cuatro ruedas, la vida... mírate, si mis nietos no me conocerán, pero bueno, si no tengo hijos... para mi la sangre que harás coagular en un trombo será nada mas que ese dulce mar en el que navegue sin descanso, a sol, a sombra, a intemperie, desprotegido totalmente de la furia y los bramidos del mar, nada más... y ellos me recordaran sumergido en una caja donde solo podrán ver mi rostro, y me recordaran en fotos donde solo aparecerá mi rostro, mis ojos, mi mirada, mi interior... y querrán verlo, pues nunca se preguntaron que pasaba por la cabeza de un viejo y anciano que le escribía un fragmento a la ingrata, pero a veces tan bien vestida de dama... vida.
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