Roció su rostro con un sabor amargo tratando de soslayar el abandono. A lo lejos la silueta de su esposa se perdía entre las sombras, mientras sus ojos se encendían lentamente bajo el fuego. Al anochecer sus restos fueron velados a cajón cerrado.
Ana Cecilia.
Texto agregado el 03-03-2003, y leído por 517
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Lectores Opinan
04-05-2004
Fuerte, pero así es la vida; Y A VECES MUCHO PEOR. gRACIAS POR EL TEXTO. hERMOSO. islero
04-03-2003
Por amor vale todo,¿a veces?,ya no lo sé.
Bueno,rico....
Besos.Manuel lorenzomontserrat