Hoy te he visto, Carilda, tan coqueta
brincando por el verso y el poema,
como una garza volando a ras del agua.
Hoy te he visto resuelta en el consejo
de pasear por Góngora y Quevedo,
sin olvidar los versos de Neruda.
Retozando, –me sugerías -, por los clásicos,
hasta alcanzar verso a verso, y sin premura,
el dulce poema de algún que otro poeta,
que aún siga arañando el alma con su pluma.
Hoy, estabas rabiosamente bella,
y de tus ojos centellas florecían
al afirmar que la vida es alegría,
y la poesía la vida del poeta.
Hay que dejar de lado a la amargura,
que es tinta seca de charca rencorosa.
Hay que dejar correr a la poesía
por la corriente clara de la acequia
que riega el huerto del alma de palabras.
Hoy te he visto tan blanca y olorosa
en tu idílica "Quinta del Poeta",
tan Mariposa de Cuba, tan cubana,
como la flor de tu Isla; como la luz
que encandila de amor
la frondosa poesía que nace de tu pluma.
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