El mar,
recitándome sus sueños
de ser viento, roca y sal.
El viento mismo,
robándose el calor,
queriendo arrancarme estas palabras de la mano en un sólo rugido.
Pero no.
Sólo se lleva las cenizas,
el recuerdo de lo que fue
y la débil imágen de lo que pudo haber sido.
Quiero y no puedo,
imitarlas a ellas, las aves de mar,
a quienes robé el nombre,
pero cuyos largos vuelos nunca voy a acompañar.
Y en un ir y venir...
SOY LA OLA,
estrellándose contra el fondo,
doy dos pasos, vuelvo cinco para atrás,
me retiro vencida,
furiosa como el mar.
Un zigzagueo constante entre el bien y el mal,
avanzar demasiado me ahoga,
me rehúso a volver a empezar.
SOY LA ROCA,
que gime en cada golpe que dá.
Reboto en el agua, temerosa,
nunca aprendí a flotar.
SOY EL VIENTO,
quiero irme,
pero siempre me quedo acá.
Me voy, estallo y vuelvo,
siempre en el mismo lugar.
SOY LA NUBE,
frágil, que está, se fué, se va.
Cambiando, constante, flotando en la memoria,
deshaciéndome en lágrimas
a la hora de cantar, rugir, triunfar.
Soy la ola,
soy la roca,
soy el viento,
y soy la nube.
Pero, por sobre todo,
SOY EL MAR.
Y hoy, una vez más, me vuelvo a recitar. |