Mira la noche, que tus ojos naveguen por la inmensidad del Universo visible desde aquí, observa todos los detalles de cada uno de esos puntos brillantes a los que llamamos estrellas, no importa cuánto tiempo te tome es importante que no te olvides de ninguna, deléitate con sus luces y disfrútalo.
Para este momento, y si ya has visto todas las estrellas, te habrás dado cuenta que hay algo cuyo resplandor es mucho mayor a los de todos los demás cuerpos en el cielo, te la presento, es la Luna. Ahora es su turno de ser el objeto de tu cuidadoso estudio visual, en ella encontrarás muchos detalles, es un disco blanco que desde la oscuridad de la noche logra iluminar tu cara, verás esas manchas grises en su imagen que hacen a su imponente presencia y belleza. Aquí te hablaré otra vez de la importancia de no pasar por alto ninguna cualidad.
Muy bien, si has sido tan meticuloso como yo, ahora tendrás mucho sueño pero seguirás observando el cielo que poco a poco pierde su oscuridad, sabrás que hay algo que se acerca. Ha sido una noche larga y estarás cansado, tus párpados han de pesarte mucho, la Luna hace rato que desapareció pero seguirás ahí porque presientes que eso que se acerca ha de estar muy bueno.
De pronto el firmamento se pone de un color muy especial, lo reconocerás porque ya lo habrás visto más de una vez, quizás en soledad masticando penas o tal vez en compañía disfrutando del amor. Es el fascinante amanecer.
Los primeros rayos del Sol, tu último objetivo, sobresalen del horizonte y más rápido de lo que pensabas ya podrás verle parte de la cara a ese cuerpo muy distinto a los demás.
El Sol representa la última escala de tu viaje por el descubrimiento.
No pasó mucho tiempo y ahora puedes ver la estrella en todo su esplendor, su brillo es tal que impide una observación detallada de su figura, aunque reconoces que es capaz de iluminarlo todo. Maravíllate, asómbrate, admírala y cuando te encuentres pasmado por su hermosura, sonríe y vete a dormir.
Te preguntarás: ¿Cuál es el objeto de esta experiencia? Pues bien, cada uno ha de darle uno propio. Para mi, las estrellas fueron como aquellas mujeres con las que me divertí y aprendí a apreciar los detalles, la imponente Luna fue la chica que se diferenció de las demás, esa a la que por primera vez me animé a decirle que la amaba, y el Sol… el Sol es la mujer de mi vida, ésa que lo iluminará todo con su brillo, será la más bella de todas y al final dejará que muera sabiendo que todo lo he conocido.