Sus dedos golpean cual tambor circense.
Sus ojeras no descansan ni aún al dormir.
Sus hombros cada vez estan mas delgados.
Su piel es fría y tenue, sufrida y bella.
Sus ojos estan mirándome, pero no estan aquí.
Acaricia mi mano y yo extiendo una sonrisa,
donde revelo mi debilidad...
mi placer, estando con ella.
Su divina locura,
influencia en cada uno
de todos mis pensamientos.
Ella es para mí, lo sé
quiero tomarme una foto
mirarla y hablarle, convenciéndolo
de que nunca la deje.
Ella tiene miedo,
pero ese es un permiso que no debo tomar,
transgreder y luchar,
perder, caer desplomado en el piso...
Un divino llamado cruza como réquiem
cada uno de los infiernos y llega hasta el cielo,
donde hace oír mi pedido,
¡El milagro me aplasta!
Me vuelvo a levantar,
justo para pedirte nuevamente
que me ayudes a luchar..
esta vez, juntos, de la mano,
con miedo, pero seguros y convencidos.
¡Amémonos!
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