"Uno de los temas más candentes en la vida de toda persona es la experiencia del sufrimiento. A veces nada nos cuestiona tanto como su vivencia. Podemos, de una manera práctica, distinguir dos tipos de sufrimiento:
1. Aquel que surge por el hecho de vivir en la tierra (sufrimiento natural), es decir, que la enfermedad, la traición, el desamor, las enemistades, la miseria, las pérdidas, entre otras cosas, pueden tocar nuestras vidas y hacernos pasar días difíciles. Este tipo de sufrimiento nos plantea el reto de crecer como personas y comprender las dolencias de otros para ayudarles y consolarles (porque uno ya ha pasado por algo similar)
2. El sufrimiento propio (antinatural), es decir, aquel que es fruto de nuestros errores, egoísmo, equivocaciones constantes, pasiones e impulsos sin control, pecados reincidentes... que causan igualmente dolor, miseria, odio, abandono, autodestrucción moral... y que, claro, ponen a vivir muy mal a las personas.
¿Qué tipo de sufrimiento toca hoy a nuestra existencia? ¿Cómo no decidir mejorar nuestros actos para cosechar mejores bendiciones? ¿Cómo no permitirle a Dios que nos dé una mano ante tanta debilidad personal? El sufrimiento necesariamente conduce hacia Dios, como esperanza de un presente y futuro mejor, en quien lo desea."
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