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Inicio / Cuenteros Locales / escritor_de_memorias / EL AMO DE LAS ESPADAS (capitulo 9)

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Capitulo 9 El mensajero de la muerte

Kadsuki y Sara veían simultáneamente a Milhtred y a los dos extraños. Se preguntaban que relación tenía el portador de Forthia con ese muchacho que aparentemente era discípulo de Lukor, el representante del Rey oscuro.

El mago Lukor vio con agrado que Baduel estuviera presente y con una sonrisa de confianza habló con su aprendiz.

–Mi joven discípulo, debo informarte que recibí un mensaje del Rey, en donde me pide que elimine a uno de sus enemigos, un muchacho llamado Milhtred quien según dicen ha despertado a Forthia, la legendaria espada de la ventisca.

–Maestro, usted nunca ha aceptado la voluntad del Rey Oscuro ¿Por que ahora desea cumplir con sus órdenes?

–Es cierto, Baduel –respondió Lukor, –yo no reconozco a Farduos como Rey. Pero mandarme este mensaje y pedirme que lo ayude, es una clara muestra de su desesperación. Esto significa que no hay nadie entre sus seguidores que pueda cumplir esta misión.

–No lo entiendo, maestro ¿Qué es lo que pretende? –Preguntó Baduel.

Milhtred y sus acompañantes escuchaban con atención la conversación, pero se mantenían alertas.

–Por fin se presenta la oportunidad que he esperado todos estos años –dijo Lukor. –Se encuentra frente a mí el único objeto con el poder suficiente para derrotar al Rey oscuro, la espada legendaria. Combinando sus poderes con los míos, podré terminar con el reinado de caos impuesto por Farduos.

Lukor guardó silencio por unos instantes con la mirada perdida como visualizando su futuro. Después continuó con su explicación.

–No solo libraré al reino de esa plaga, además me convertiré en el nuevo rey y regresaran los tiempos de gloria para el reino Pardhua. Usaré el poder de la espada para incrementar los míos y al igual que Forthia yo obtendré vida eterna para reinar con justicia y sabiduría.

Todos aquellos que escuchaban las palabras del mago estaban asombrados, no tenían duda de que Lukor había enloquecido por la ambición. Desafortunadamente eso lo hacía aún más peligroso.

–Lo siento maestro, pero esta vez no podré apoyarlo. Usted no es la misma persona a la que yo admiraba; se ha dejado corromper fácilmente por sus deseos de poder.

Las palabras de Baduel hicieron enfurecer a su maestro, quien miró a todos los que estaban frente a él con mucha atención, parecía que los estaba analizando.

–Muy bien mi joven discípulo, has tomado tu decisión, es una lástima que no sea la correcta. Solo hay algo que puedo hacer. Debo darte el castigo reservado a los traidores.

De forma inesperada, el cuerpo de Baduel comenzó a convertirse en piedra, sin que el joven mago pudiera revertir los efectos del hechizo lanzado por su maestro. En cuestión de segundos Baduel había dejado de ser una persona para convertirse en una estatua de piedra.
Sara miró aterrada, la crueldad de Lukor, no podía entender como ese hombre fue capaz de hacerle algo tan horrible a su propio discípulo. Mientras que Milhtred siento mucha ira y estaba dispuesto a enfrentar a este rival con todas sus fuerzas pero sabia de lo peligroso que sería esta batalla, por lo que pidió a kadsuki que retrocediera y cuidara de Sara. Su amigo accedió y obedeció de inmediato, ya que en esta ocasión no podría ayudar al portador de Forthia.

Lukor exigió que le entregaran la espada, a lo cual Milhtred respondió negativamente y entonces comenzó la pelea. El joven guerrero atacó intentando decapitar a su enemigo pero el mago detuvo el filo de la espada con su mano. Milhtred insistió, empujando la espada con todas sus fuerzas, pero Lukor sin la menor dificultad seguía sujetando la filosa hoja de metal. El portador de forthia observó que en realidad la mano del mago no rozaba siquiera el metal, había una fuerza invisible en medio de ambas. Ante esta circunstancia, milhtred desistió en su intento y retrocedió con un salto.

– ¿Te das cuenta de que no podrás superar mis poderes? Lo mejor será que me entregues tu espada y aceptes con resignación tu destino, de esa forma por lo menos los dos que te acompañan salvaran sus vidas. De lo contrario, tendrás que sufrir las consecuencias de tus errores.

– ¡No lo haré! –Respondió Milhtred –no entregaré algo tan poderoso a un loco ambicioso como tú.

–Entonces, quizá deba hacer algo para convencerte. –Dijo Lukor, al tiempo que se dibujaba en su rostro una mueca en forma de sonrisa.

Sara gritó con desesperación, haciendo que Milhtred volteara angustiado, entonces vio a Kadsuki que al igual que Baduel, se había convertido en una estatua de piedra.

El portador de Forthia estaba furioso, mientras que Sara lloraba a los pies de Kadsuki. Milhtred no pudo contenerse y atacó nuevamente a Lukor, pero esta vez lo hizo liberando la magia encerrada en la espada. Una corriente de aire frío emanó de Forthia, la fuerza del aire se incremento convirtiéndose en un fuerte viento que rodeo el cuerpo del maligno mago. El frío también se intensificó inmovilizando a Lukor que expresaba un rostro de terror. Rápidamente el mago se congelo, ahora él también era una estatua.

El frió desapareció, mientras que Milhtred exhalaba debido al gran esfuerzo realizado. El joven portador de Forthia miró con tristeza a Baduel y Kadsuki. Seguían convertidos en piedra. Se reprochaba a si mismo el no haber podido evitar su triste destino. En medio de sus cavilaciones, Milhtred pudo sentir una presencia aterradora. Dirigió su mirada hacia Lukor, y entonces vio como el malvado mago volvía a la normalidad.

–Es impresionante –murmuró Lukor –incluso una persona sin el menor conocimiento de la magia es capaz de realizar hechizos de alto nivel. Ahora no tengo dudas, debo tener esa espada.

Milhtred estaba desconcertado y angustiado, no podía comprender como es posible que existiera alguien tan poderoso, capaz de superar la magia de la espada legendaria. Por unos momentos, los ojos de Milhtred pierden su brillo habitual. El joven guerrero ya no deseaba pelear, todo parecía indicar que su destino estaba marcado.
–No te rindas hermano, recuerda que no estas solo –dijo Sara al tiempo que se colocaba el carcaj y sostenía su arco. Entonces caminó al lado de su hermano y a pesar de las lágrimas que aún corrían por sus mejillas, en los ojos de la muchacha había gran determinación.

–No debemos permitir que alguien tan malvado siga lastimando a gente inocente –continuó diciendo Sara, mientras veía a Kadsuki y a Baduel.

Milhtred observó con admiración a su pequeña hermana, estaba sorprendido por el valor que demostraba en esos momentos.

–Tienes razón hermana, perdóname por ser tan cobarde, pero ahora estoy decidido a luchar y juntos derrotaremos a este enemigo.

Lukor comenzó a reír ante el heroísmo de los jóvenes, era un espectáculo conmovedor pero el mago estaba convencido de sus poderes superiores.

Milhtred liberó nuevamente la magia de la ventisca, pero esta vez, Lukor creo una barrera mágica a su alrededor. El viento congelado rodeó al mago sin lograr alcanzar su cuerpo. Entonces Sara disparó una de sus flechas la cual se impactó con la barrera mágica, generándose una explosión. El fuego también rodeo a Lukor. Milhtred mantuvo su viento congelado, y Sara continuó disparando sus flechas.

Era evidente que Lukor estaba perdiendo energía, entonces Milhtred recordó las palabras de Baduel; incluso un mago experimentado se debilitaba cuando transformaba el cuerpo de un hombre. Lukor estaba tan seguro de su victoria que uso su magia en su discípulo y en Kadsuki. Además se transformó a si mismo después de haber sido congelado por Forthia. Para Milhtred estaba claro que en realidad Lukor no podía superar el poder de la ventisca, y por eso intento intimidar a su joven portador.

El ataque combinado de Sara y Milhtred seguía incrementando su fuerza por lo que Lukor demostraba el terrible cansancio en su rostro. Los jóvenes estaban seguros de que lograrían vencer pero entonces la batalla dio un giro inesperado. El mago sacó de entre sus ropas un cetro dorado en cuya parte superior se encontraba un zafiro. La piedra mágica resplandeció y la barrera no solo se reforzó si no que además se expandió derribando a sus jóvenes rivales.

Milhtred se levantó, pero estaba gravemente herido. Él intentó llegar hasta su hermana y cuando lo logró la vio inconciente. El muchacho ya no tenía fuerzas y estaba preocupado por Sara. No sabía que hacer para salvarla.

Lukor se acercó, y le mostró el cetro de Ákanar, le dijo que ese objeto era un amplificador de magia. Cuando un mago lo usa, se vuelve casi invencible. Por última vez, Lukor le ofreció a Milhtred la opción de rendirse, a cambio de eso, el mago curaría las heridas de Sara y regresaría a sus amigos a la normalidad.

Milhtred escuchó a Lukor, y sin responder cayó de rodillas ante el mago con los ojos cerrados y le ofreció la espada.

Texto agregado el 14-12-2006, y leído por 130 visitantes. (1 voto)


Lectores Opinan
14-12-2006 Muy bueno me parecio como una peliculas las imagenes muy buena!!***** terref
14-12-2006 Bien, fascinante..te he descubierto..Leeré otros capítulos... elcocodrilotaimado
 
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