La consulta quedaba ni más ni menos que ha veinte cuadras de mi hermosa casa era algo cansador, pero valía la pena si iba meditando en los inalcanzables nísperos de la casa de la vecina.
Buenos días le dije tranquilamente a la niña aunque era ya bien madura para que le dijera "señorita".
Busque un asiento rápidamente para no quedar de pie mirando la TV ya que me gustaba bastante que los músculos del cuello me culpen del malestar.
Era mi turno por fin, aunque no estaba para nada emocionada por mi visita en ese lugar.
Hola Elena y me saludo de besito en la cara y de mano. Pasa siéntate ¿Que tiene? era la típica pregunta del doctor y que voy yo a saber le conteste. Se enojo.
Vengo a que me de una cita para el siquiatra le dije entre dientes.
Se aprovecho tomo confianza inaceptable para mí y dijo: ¿Y porque quieres ir? Si estas bien yo te veo como todas las personas de este mundo.
Y no me la dio no quiso firmar el estúpido papel blanco con fragancias a alcohol y medicamentos.
Salí enojada pero con mi cabeza en blanco y los ojos fijos en mi futuro.
Desde ese día que he tratado que la muerte de aquel doctor sea un suicidio.
Texto agregado el 14-12-2006, y leído por 315
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Lectores Opinan
25-01-2007
Me parece bien... El final, creo, define el cuento. Igual faltarían algunas pistas en el cuerpo. familiar
16-12-2006
Qué doctor más desagradecido, hay veces que el dolor no es algo físico...un beso marta_25
15-12-2006
el remate de la ultima linea está feo. le pifiaste. yo haría un remate más sutil. un beso maidenista
14-12-2006
si lo logras me cuentas, mira que tengo una lista de a lomenos cinco medicos y cuatro doctoras*/**** curiche