La noche se asomaba en Nueva York. Luna llena, cielo estrellado. Autos modernos iban y venían, gente apurada caminaba con paraguas. Edificios lujosos, voces, pasos, bocinas y….muy a lo lejos…. los gritos de un hombre. -Aaaaa…..uaaaa...putaaaaa. Parecían venir de la ventana del escritorio del Pent-house de Alejandro Fogli. Si, no hay duda, de ahí venían.
El nerviosismo se apoderó de los sirvientes, que subían y bajaban las escaleras alfombradas. -Dorita, ¿Qué sucede con el Sr. Alejandro?. -No sé Jaime, no sé, se ha encerrado en el escritorio, estaba bien cuando llegó de la oficina, estaba en la computadora, de pronto algo pasó, no sé, y empezó a gritar. –Llamemos al Doctor Contreras enseguida. Rápido, ¿Qué esperas?
Los gritos se fueron haciendo cada vez más desgarradores. -Señor Alejandro, por favor, abra la puerta. –Putaaaaaaa, jajajajaj. Tú no eres de mi clase, tú no eres de mi nivel, NOOO. Maldita perra. Maldita serrana asquerosa, chola inmundaaaaa. – Dorita, ¿acaso hay alguien más ahí con él?- No doctor, el señor Alejandro está solo, le grita a la computadora pues, no sé. El doctor permanecía serio, pero sentía que podía controlar la situación. -Jaime, tenemos que forzar la puerta. Retrocederemos para tomar vuelo y a la cuenta de tres, la empujaremos ¿te parece? – Si, doctor, lo que usted diga. Ambos se desabotonaron el cuello de la camisa, y las corbatas fueron entregadas a Dorita. –Uno…dos…TRES….PRRAAAM. La lujosa puerta de madera repujada y laqueada se abrió con brusquedad, ambos hombres cayeron a la mullida alfombra. Dorita temblaba de miedo. Fogli estaba fuera de sí, sus ojos desorbitados sólo veían la pantalla de la pc. Sudaba, jadeaba, parecía poseído y no paraba de gritar. –JAJAJAJA….mentirosaaaa, india asquerosaaaa….El doctor fue el primero en levantarse. –Alejandro, qué sucede. –Esta puta de mierda, me dijo que ya no quería que le escriba, jaja, lo que pasa es que es una mentirosa. El doctor Contreras se acercó a la pantalla, una foto algo borrosa mostraba una joven en shorts sentada en un jardín. Atrás de ella pastaba una llama. –Es una mentirosa, porque publicó una foto en Match.com, una foto de un lomazo en bikini y luego me mandó esta foto, y seguro que no es ella, por eso no quiere que le escriba, jaja, porque ella no es de mi nivel. NOOO, yo siempre he vivido en Manhattan, ella no tiene ni VISA, jaja. Contreras abrió otra foto que había sido minimizada. Efectivamente, era una muchacha en bikini. Alejandro…por favor cálmate. El galeno observó preocupado a Fogli. Mira…no entiendo qué te hace pensar que estas dos fotos no son de la misma persona. –Cómo que no, no son pues, no son. –Alejandro…son las mismas piernas, parece el mismo cuerpo, sólo que en la foto de la playa ella está de perfil y tiene el cabello amarrado. Yo creo que es la misma…además...a pesar que la foto del jardín está borrosa, la verdad, no le veo rasgos indígenas. Parece una persona blanca. –Mira, ella lo que quiere es agarrarse a alguien del extranjero, si, esa puta maldita, pero yo ya le escribí y le dije que lo que le va a pasar es que la van a matar y la van a cortar en pedacitos y nadie la va a encontrar, JAJAJAJAJ, nadie, nadie la va a encontrar, JAJAJAJAJ. –Jaime, cierra la puerta por favor, llévate a los curiosos y déjame solo con Alejandro. –Lo que usted diga doctor.
La fina puerta del escritorio enchapado en madera se cerró. Contreras se sentó suavemente en el sofá de cuero, suspiró, se acomodó la camisa y cruzó las piernas. Fogli cayó a la alfombra y murmuró –Nadie te va a encontrar, nadie, JAJAJAJ. –Alejandro, tu no me vas a asustar, te conozco hace tantos años.....Ahora yo voy a hablar y tú te vas a tranquilizar. Luego de algunos segundos de silencio, el doctor suspiró nuevamente y continuó. -Los seres humanos reaccionamos de diferente manera ante el rechazo. Hay quienes se deprimen y lloran, hay quienes callan y hay quienes, como tú, hacen hígado y un día explotan. Ese día tenía que llegar y es hoy. No puedes culpar a esa chica por rechazarte…y no puedes comportarte como un patán porque el único que sale perdiendo eres tú. Demuestra que tienes clase y sé un caballero. Si una mujer te dice que no, levántate el sombrero, da media vuelta y vete tranquilo. Desde chico te acostumbraste a tener todo lo que quisiste, bueno, hoy eres un hombre, y debes aprender que la vida es dura y que no siempre se gana.
La mirada de Fogli perdió odio y se tornó triste. Los ojos se clavaron en la araña de cristal y su respiración se fue haciendo pausada. –Desde chico te enseñaron a ser racista. Has crecido pensando que eres superior a otros y eso es vivir engañado. Yo siempre estuve en desacuerdo con la manera en que te criaron tus padres. Ya vez, sabía que este día llegaría y no me equivoqué. Fogli cerró los ojos y continuó en silencio. –Tienes tanto odio en tu corazón, y así dices ser cristiano…acaso no sabes que los cristianos deben saber perdonar y amar a su prójimo, sobretodo a sus enemigos. Tú acabas de crearte una enemiga, una persona que no quería hacerte daño pero que simplemente te conoció mejor y dejó de interesarse. Ahora sabes que hay cosas que el dinero no puedo comprar. Tienes que aceptar la realidad, aprender de esta experiencia y seguir adelante. Fogli abrió los ojos y suspiró. Se levantó poco a poco, se acomodó la corbata, se paró. Miró por la ventana, la lluvia había cesado, suspiró y murmuró –Nicole….- ¿Dijiste algo Alejandro? Fogli respondió calmado y en voz baja –No. Voy a darme una ducha. Gracias por todo Eduardo.
Desde ese día Alejandro Fogli fue un hombre nuevo.
FIN
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