TU COMUNIDAD DE CUENTOS EN INTERNET
Noticias Foro Mesa Azul

Inicio / Cuenteros Locales / the_cuajinais / Acostado en la cama

[C:257298]

Acostado boca arriba en su vieja cama, inmóvil para que la madera no ruja y con las manos apoyando su cabeza. Mirando el techo, ese techo blanco que ha visto durante años y que en verdad no parece blanco sino amarillo, tal vez por la bombilla o porque nunca lo ha limpiado, pero quién despercude los techos, techos granulados; un cepillo antes de que se seque el cemento, pintura y ya esta. Parece una caverna ese techo; rustico, desordenado. A veces busca formas y rostros como lo hacen algunos en las nubes, un hombre con un sombrero o un barco, lo sorprende la facilidad con la que encuentra lo que desea ver y a la vez lo efímero de sus hallazgos, encuentros furtivos con imágenes que se convierten en algo diferente y que jamás volverá a ver iguales.

El tedio lo abruma, por qué solo se le ocurren ideas cuando esta en la calle, rodeado de gente que no conoce y que parecen los maniquíes de sus sueños; sin rasgos, repetidos como la producción en masa de un único modelo. Por qué cuando esta en su cuarto sentado en el escritorio o buscando alguna persona en el techo no aparecen ideas o pensamientos en los que ocuparse para pasar el tiempo, por qué se repite ese nombre en su cabeza y siente la necesidad de buscar el rostro que le corresponde, pero que no concuerda con ese cuerpo ni el semblante que su mente crea al parecer caprichosamente.

Acostado en la cama, aburrido de las siluetas de arriba, busca un rostro, pero ya no en el techo sino en su cabeza, un rostro que se lamenta no recordar bien, que quizá nunca haya visto de verdad pues jamás se ha detenido a precisar lo que mas adelante desea tener grabado en su cabeza y ese rostro que cree anhelar, siempre aparece fugaz, difuminado o incompleto. Los rostros se olvidan, y solo es capaz de encontrar cuerpos que mas tarde se da cuenta no corresponde a los de quienes son objeto de sus memorias, pero olvidar lo que anhela lo decepciona, se supone que es lo que quiere, y aun así no es capaz de acordarse ni siquiera de la forma de los ojos.

Se pregunta cuándo nació aquello, cuándo adquirió esa necesidad que como un sistema de defensa aparece solo cuando algún miedo lo intenta atacar. Para el es como un crucifijo, algo de lo que se agarra para sentirse de alguna forma protegido, invocar una imagen a la qué aferrarse más con resignación que con esperanza, más por costumbre que por verdadera convicción. Nunca había hablado con ella, lo sorprendía la inmensa cantidad de oportunidades que había desperdiciado para hacerlo. No es algo de lo que se lamente, algo que le cause remordimiento o pena por su falta de decisión, se cree paciente y a una paciencia acaso imaginaria atribuye su espera, y espera eternamente un milagro y se convence a si mismo de la conveniencia en la que se desarrolla su vida, repitiendo sin creer verdaderamente que lo que no estaba destinado para el no había forma de obtenerlo. En los momentos de mayor desesperación no solo busca el rostro, también imagina mundos diferentes, donde cree encontrar tranquilidad al lado de ella, historias irreales e infantiles hacen parte de su manera de ver lo que considera felicidad, historias que al cerrar los ojos va urdiendo de forma arbitraria y subjetiva y que cuando vuelve a la realidad lo decepcionaban por su ingenuidad. Es sorprendente la cantidad de fantasías que crea para si mismo, pero siempre ha temido desgastar las posibilidades de que lo que imagina se vuelva real, pues cree y esta convencido de que al pensar en ver realizado algo que se desea, se pierden las oportunidades de que el evento ocurra, así que prefiere repetir historias pasadas y hacerles lo que el considera una revisión.

Se da cuenta que conoce su nombre y cree saber mas de ella que los que la rodean, acaso no la ve todos los días sentada en la hora del almuerzo en una de esas sillas metálicas de la cafetería que se convierte en restaurante a la hora en que los empleados salen de las oficinas. Siempre entre sus compañeros de trabajo, impredecible entre silencios y sonrisas, con una actitud de desinterés y despreocupación que lo intimida y que cree fue lo que lo cautivo. O al menos cautivar es como llama a su idolatría, una adoración vacía que repite como un autómata hacia la chica que ha visto durante años, que quizás, mas de una vez le ha sonreído pero a la que se dice, teme conocer para no perder lo que considera un hechizo.

No tiene sentido recordar cuantas veces ha pasado la tarde acostado como ahora, frustrado por no lograr nada de lo que se propone y desilusionado por no organizar sus ideas, las ideas de bus y cafetería, ideas autofobicas, que lo dejan en los únicos momentos en los que puede ocuparse de ellas. Nada tiene sentido, tampoco lo tiene buscar el por qué. Allí, mirando hacia arriba, encuentra una pequeña satisfacción tan irreal acaso como el rostro que ve al cerrar los ojos y que evoca mas por costumbre que por verdadera necesidad, se pregunta una vez mas si es verdad lo que cree sentir, se pregunta si ese rostro es en verdad lo que desea, o no es más que una reacción a la soledad, no sabe la respuesta y pensar en ello puede llevar a una revelación que le decepcione, por eso prefiere asumir, como si se tratara de una religión, de que en verdad es necesaria esa voz que nombra a esa imagen borrosa y perdida, que cuando aparece lo hace con timidez y absurdamente desdibujada o cubierta.

Al despertar todos los dias, siente que el sueño hasta ahora comienza y que todo lo que vive no es más que una imagen creada por su conciencia para intentar divertirlo mientras duerme realmente. Y es que cualquiera que lo viese no dudaría en aceptar que estaba dormido, pues siempre ha vivido en un letargo incomprensible e irreal que lo vuelve ajeno a todo lo que lo rodea. Sin duda preferiría estar inconciente, apagado, sin la necesidad de refugiarse en fantasías creadas para no aceptar la vida que le ha tocado, o que el mismo ha labrado, da igual, el resultado no es agradable y falsificarlo, así fuera por unos pocos minutos es lo que lo mantiene vivo, sin duda es eso, contemplar así sea desde muy lejos, mas allá de la ultima silla del teatro, la posibilidad de otra vida, de otra forma de vivir.

Texto agregado el 12-12-2006, y leído por 88 visitantes. (1 voto)


Para escribir comentarios debes ingresar a la Comunidad: Login


[ Privacidad | Términos y Condiciones | Reglamento | Contacto | Equipo | Preguntas Frecuentes | Haz tu aporte! ]