la evaporación conjuró su tatuaje al frío, hielo de la tormenta interminable.
salpicando las telarañas de su parpadeo, la sombra hélice congeló la mañana con esteroides. inmundo, el brebaje limpio, canceló la función. sacrificando motores de vírgenes en la azotea perfilada. irrumpiendo los vapores de la inmensa gravedad, la no calculadora prendió sus espasmos de la caída antigua. disfrazando su rostro desaparecido, sin intenciones.
una última vez, desangrándose en la fuente de lágrimas en la habitación de metal. hundida bajo los pies de las estrellas, cegadora con gritos ocultos en el ataúd bozal.
apagando las escarificaciones de su lengua, confundió sus mordidas en las yugulares equivocadas, perforando... una y otra y otra vez. después... solo bañó el incesto carnívoro.
rodando, envueltos en desmayos, rasguñaban el telón clausurado. dirigiendo el propio momento, con venas y compresas. amalgamándose al nitrógeno de la cama eléctrica. revelaciones de luz en la oscuridad de la habitación engañada. perfumada con perlas de veneno blanco y negro, incitó con el espiral de las regresiones... sobre, abajo, arriba, debajo, rodando, girando, debajo, sobre, una y dos, y una y dos, rodando... girando con las almas que cautivaron sobre la cobija de los moribundos, infectados con traiciones y soledad. murmurando sin sonido, en las profundidades de sus gargantas...
esperando la ola de magnetismo, la gasolina comenzó a llover. arrasando con las impurezas del pecado, levantándose en el sermón religioso. aullando, recibiendo la esencia de los condenados por la infidelidad embarazada.
continuó hablando con ira, bajo el volumen del silencio del universo, el revólver cargado provenía de su pensamiento. levitando cicatrices.
entregando mariposas al infierno, gordas, infladas de suciedad, rompieron sus alas, para entregarse al suicidio.
focas que titubearon con las bocas de la poseída. mordiendo en la oreja del erróneo, errores cardiacos inevitables.
los suaves golpes de la escultura, permanecieron en el cuerpo escondido. extrañamente maltratando los pétalos negros, asfixiando la neblina que mutilaba su corazón.
encendiendo los fugaces del cielo, iluminaron su degradación. interrumpiendo la rapsodia en el incinerador. ojos desvanecidos en el maquillaje transformador.. enjaulando su rostro cada vez más.
dardos que perfeccionaron el aborto. cubriéndolo de suelos y monstruos.., despojando la vida de su piel. exhibiendo sus pulmones en el cenicero del corazón roto. super nova crucificadora, cuestionando la fe del amorío en las rocas. cristalina, babeó su perdición en la tumba del ingenuo.
mirada que desnudó sus latidos. desconectó. brotó en sus gases y despidió su pulso por el oído reseco.
la taquilla enfermó el paraíso del cementerio. amputándose, comenzó a cerrar sus ojos. guardando sus pesadillas en las heridas incansables, agujerando la vagina compartida.
una despierta mañana, equivocó con las cortadas del baño. clausurada, jadeando arrítmicamente..desprendiendo su volumen en su tina de nubes sangrantes.
jaló rápidamente sus muñecas, destrozando el tacto de sus pupilas rotas. incendiando su equilibrio, desplomándose en la habitación arcoiris (carcelario) fotografiado inconsciente.
el confeti amargado, penetró en los recuerdos, estornudando polvo fluorescente, imaginando amnesia de vaho esmeralda. finalizando con las campanas en el electrocardiograma. disminuyendo el virus, completando la enfermedad...
lo fúnebre nunca borró su momento. marchitando sus caricias en la tibia leche extranjera. brincando en el órgano sentenciado. pedazos que inmortalizarán sus cenizas.
declarada no renaciente frente a los testigos irreconocibles. extraños ocultados en pólvora. estrellada en los múltiples varones de la colonia.
consumando sus últimos segundos, absteniendo los espermatozoides adictos, levantó sus binoculares anestesiados, dejando un beso secreto en los labios de lista eterna.
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