La Danza de las Musas
Ayer, al salir el sol, dejé mis musas volar. Abrí la puerta de su dorada jaula y me senté a observar cómo una a una, tímidamente se acercaban al exterior. Estaban ellas tan acostumbradas a la calidez y comodidad que yo les entregaba, que muchas dudaban en levantar el vuelo. El espectáculo fue increíble, el despliegue de danzas y colores de ese momento podría haber inspirado hasta al menos versado troglodita a engendrar una bella obra.
Era posible que ellas no volvieran, pero no me importaba, ese momento valió la pena. Una musa libre equivale a diez musas encerradas, ver sus alas dirigiendo la danza de elevación inspira años de creación. Los colores de sus alas en movimiento son muy diferentes, son infinitamente más hermosos que los mismos colores en reposo.
Anoche no podía dormir, tenía miedo de estar sin mis musas. ¿quién me protegería de la nada, del vacío, del no-ser, del no-sentir? Sólo el recuerdo de las musas libres en su baile de despedida me permitió sobrevivir la oscuridad de su ausencia.
Hoy, al salir el sol, volvieron mis musas. Estaban esperándome a la entrada de su jaula dorada. Cada una de ellas trajo a vivir a mi casa a una amiga. Me susurraron al oído que la noticia de mi liberación se había difundido rápidamente, y que muchas otras musas, de todas partes deseaban conocerme y vivir un tiempo conmigo, con el hombre que era capaz de sacrificar su propia felicidad para regalar la libertad a otros seres.
Desde hoy dispongo del doble de inspiración ... ¿alguien sabe cómo conseguir más tiempo?
Jota |