estoy a la dulce espera de que caigan peras del olmo, haciendo sonar tangos en la vitrola.
pito con bocanas profundas un cigarrillo prestado,
llenando mis pulmones de humo blanco de tabaco negro. y nada pasa de nuevo en el hogar por ello;
mastico cual chicle bazoca una rabia especial al pie de los postisos, que ya no se a ciencia cierta,
si no es tan solo, una fuerte duda que no puedo digerir con nada, lo cierto es que arrastro como el rio a la jangada, como el caracol a su rancho,
un malestar importante grandote como un zapallo,
y ademas tambien estoy podrido de cargar con la mochila al hombro revalsada de hierros oxidados sin cotisacion alguna.
los peces trasbasan las barreras de los dos mundos asomando hacia el aire por un segundo,
y las gabiotas sumerjen su cabeza por debajo arrancando frutos de ese quinta sembrada que son los mares.
todo pareciera ser, como unas idas de aqui y con las vueltas del para halla, con las manos vacias por no poder conceguir algo, una calesita vacia dando vueltas al pedo.