Fue una danza en el entorno del mortal tiempo;
que lo corroe todo, menos la esperanza.
Florecieron relámpagos en la mente del Todo,
en su tallo horizontal tintineaban estrellas,
esporas sensuales, vestidas de cometas,
transportaban soles, lunas y estrellas.
La aurora boreal escondiéndose detrás de mis ojos,
¡me llevó el alma con ella!
En las realidades inexploradas,
cabalgué montado en un unicornio sin brida:
sus relinchos retumbaban como trueno,
mordía como un león y coceaba como corcel.
¡Muchos lo han perdido antes de conocerlo!
¡Lo han oído alejarse!
Solemne… Distante…
Campanas tañendo al casco en trote.
¡Es el compás!... de mi corazón agitado
Que, jubiloso, se mece sobre arco iris sembrado de pétalos,
por los prado de la ensoñación.
Bebí de las cascadas del misterio,
gota a gota, el rocío del viento,
lo dejé alejarse, confundiéndose con las nubes,
y el viento suspiró deshojando un nogal
en cascadas dorada y brisa de mar.
Tan pronto el cielo se cubrió de ocre,
llegó la oscuridad velando la noche.
Y en ese amanecer apresurado…
el sol buscaba ahuyentando las sombras.
Vislumbré tan cerca el frío escarchado,
que taladró mis huesos con feroz espanto,
quedando mudo de llanto al ver…
Un charco de lágrimas de sangre y tierra,
eran los despojos esparcidos por la historia.
En un espejo azulado, en la poza de pisadas,
yacía el cuerpo inerte, con su cuerno desgarrado.
Padecí el peor infortunio que me acongoja;
la vileza del hombre sobre su suerte,
eran las huellas y su escoria, paso a paso a su muerte,
vestido de harapo por dentro y en su piel la arrogancia…
Me abatí y vi mi reflejo magullado.
¡Me mataron la sonrisa de mis sueños!
Mire, buscando en lo alto una respuesta.
Sobre una brisa montaba un hada ciega,
Buscando… “la vista de las cosas bellas”
La quedé mirando…
¡Una parte mía se fue con ella!
Me levanté sobre mi sombra que se alargaba,
alcanzando la luz del sol al alejarse.
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