Es una historia rara, pero he de contarla. Vamos allá; me he metido en un prendamiento telefónico. Si, si, como lo oís.
Ella todos días a las 7 de la tarde más o menos me llama y me tiene al teléfono una media hora. No, no me drogo. Empezó hace una semanas. La excusa era hacerme una encuesta que duraría sólo tres minutos, dije que si... eso fue el primer día. El segundo la encuesta fue de diez minutos y la voz era dulce, me pidió permiso para seguir llamándome... yo dije que si.
Después las encuestas cada vez han sido más y más largas. Así siguió y ahora ya casi siento la necesidad de recibir esa llamada; al atardecer, cuando estoy sólo en casa, yo reclinado en el sofá, ella con esa voz dulce...
Hoy la encuesta ha sido sobre política y yo la he dicho lo que sabía; que no votaba, que todo estaba mal, que todos eran tan malos... Ayer fue sobre la contaminación, yo casi no sabía que decirla porque de eso no entiendo, pero ella, ella... me iba ayudando, todo lo hace tan fácil...
Ella tan dulce me ha prometido que mañana me volvería a llamar. Igual no estoy, la he dicho tímido, si te lo coge otro cuelga.
Tengo celos de que mis hermanos o mis padres la puedan hacer la encuesta y ella se olvide de mí...
Los fines de semana son duros, ella no está hay, al otro lado del cable en torno las siete, con esa voz bonita aunque siempre con prisa.
Me ha dicho su nombre muchas veces pero eso da igual, a veces cambia, no tengo celos para ella. Aunque el nombre no sea el mismo, me sigue llamando y eso es lo que importa, que esté hay siempre en torno al atardecer con su voz cerca de mi oído.
Hace unos cinco días lo conté a un amigo, y me llamo enfermo, me dijo que cortara, que me estaba obsesionando, que acabaría con mi ya poca voluntad, incluso se atrevió a llamarla PUTAS, pero PUTAS en plural. Yo primero, claro, la defendí, dije que estaba trabajando y que no era más, pero con los insultos ya no pude controlarme y casi me lanzo a él.
PUTAS, llamarla PUTAS a la única alegría de mi vida a mi razoncita para existir, esa razoncita de todos los días (menos el fin de semana) en torno al atardecer... Esta es mi historia y no sé si la cambiaría...