El que nunca se
sintió acosado,
es incapaz de
comprender al
perseguido.
Realmente, no sé cuanto hace. Lo único que puedo decir, es que era domingo, a la noche, temprano. Un domingo como otros, cuando uno hace algunas cosas, porque no tiene nada que hacer.
¡Cómo no me voy a acordar!. Tenía zapatillas blancas, pantalón azul, y un chaleco...creo que era blanco, no estoy seguro. Pero, qué se yo! pasó tanto tiempo, que ni me acuerdo la cara que tenía. ¡Ah, no, espere! ¡Las manos! Sí.!! las manos.! ¡Cómo las tenía! ¡Así de grandes! Hinchadas, todas lastimadas y ensangrentadas. Claro, por los golpes. Para mí, que ese tipo está loco. Que quiere que le diga. ¡Cómo le va a pegar así!. ¿No le parece? Y...¡cómo le pegaba! Mire, así le hacía: de derecha arriba. Con la izquierda a bajo. Con la derecha abajo,
con la izquierda arriba. Y así, hasta que sonó la campana...y bueno, ahí se terminó todo, que si no, él seguía. Eso es todo. ¿Qué más quieren que les diga? A no ser... que... ma, sí; total... el lío esta hecho. ¿No? Mire, sabe que dijo? Que lo perseguían. Esto es cierto, aunque ustedes no lo crean. Sí. Es cierto, porque yo lo vi. Al principio, cuando me contó, no le creí nada.
Uds. saben igual que yo, como son estas cosas de la imaginación. La fantasía comienza a ser real cuando se apodera de la sensibilidad del que está alterado.
Ese día, vino muy preocupado, mirando para todas partes. Arrimándose, me dijo al oído...
-Chsss. ¡Me persiguen! -Yo no entendía de lo que hablaba. Pensé que era una broma, y le pregunté imitando su forma misteriosa.
-¿Quién te sigue?
-Siempre lo supe. Desde el primer momento. -Me contestó. Me sigue descarada-mente por todas partes. Como si yo fuese un idiota que no se da cuenta de nada. Como les conté; no le creí. Me parecía demasiado fantástico y pensé que todo lo que contaba, era para hacerse notar, como todos los que tienen complejo de inferioridad.
Se visten raramente, o bien, dicen cosas que ellos mismos jamás podrían creer. Por momentos parecía la persona más normal del mundo. Después, comenzaba el delirio. Claro, eso es lo que me parecía a mi. Me contó un historial sobre un seguimiento subliminal de apariciones y desapariciones de su perseguidor.
¡No sabés lo astuto que es!
-Me dijo- ¡Mirá. Yo iba caminando tran-quilamente, y de repente al pasar por la esquina se apareció como un fantasma. Sí; no me mires así, que estoy diciendo la verdad. Esto último, lo dijo, porque yo lo miraba como a un loco. Y continuó; vos sabés, aparecía y desaparecía. Y para colmo, hasta se daba el lujo de hacerme burla en todos mis movimientos. ¡Ah, otra cosa! ¡Qué velocidad tiene!. Aparecía atrás, adelante, a un costado, por todos lados. Sí, ya sé que vos no crees lo que te digo, pero vas a ver, esta noche vamos a ir juntos hasta la esquina. Estoy seguro que está esperándome. ¿Te animas? Y así fue. Esa noche lo acompañé para dejarlo tranquilo. Cuando íbamos llegando a la mitad de la cuadra, me dijo: Yo me quedo aquí, esperando hasta que vos llegues. Andá caminando por la vereda de enfrente, y te parás cerca de la esquina. Vas a ver si es cierto o no. ¿Qué quieren que les diga? A mí me pareció ridículo y payasesco lo que me decía, pero igual crucé la calle y me paré junto a un árbol cerca de la esquina, donde controlaba todo lo que podía ocurrir en la vereda de enfrente. Comenzó a caminar lentamente. Yo miraba todos sus movimientos y lo que podía ocurrir a su alrededor. Cuando me pareció ver algo; ¡zás! un gran camión con acoplado pasó cerca del cordón, echándome todo el barro y agua que había en la orilla. Por un momento sentí ganas de correr al camionero, agarrarlo del cogote y estamparlo contra el parabrisas, pero justo en ese momento tuve una sensación... bueno, para abreviar, a mí también me pareció que estaba siendo vigilado. ¡No, no se rían! Esto es bien real. Mientras estaba medio agachado, limpiándome con un pañuelo el barro de la ropa, miré hacia la vereda de enfrente. Él iba caminando con la mano a la altura del pecho y el pulgar apuntando para atrás. Yo no entendía nada. Él insistía agitando la mano. De pronto pude comprender lo que quería decir. Miré hacia atrás de él y ahí estaba su perseguidor, al acecho de la presa. Demás está decir que en un primer momento, quedé totalmente confundido, algo así como...un sueño. Me restregué los ojos y volví a mirar. Él seguía caminando, mirando para atrás y haciéndome señas. Nadie lo seguía. Su perseguidor había desaparecido. Crucé la calle, para reunirme con él. Estaba llegando a la vereda cuando me preguntó bastante alterado.-
-¿Lo viste? ¡Contéstame! ¿Lo viste, o no? -No sabía que contestarle. No estaba seguro si lo que había visto era su perseguidor, o algo producido por su influencia. Lo veía tan alterado que no me animaba a decir nada. Solo se me ocurrió que podíamos hacer todo de nuevo para ver si el perseguidor volvía. Él, muy entusiasmado, me mandó cruzar la calle para colocarme en el puesto de vigía. Cuando llegué a la vereda de enfrente, me di vuelta para mirar si veía algo Él estaba distraídamente mirando los bichos que volaban alrededor del farol de la esquina. No sé si ustedes podrán creer lo que les estoy contando, pero es realmente lo que vi. Y les digo más; si a mi me contaran esta historia, seguramente pondría la cara que ustedes tienen ahora. Igualmente les voy a contar. En un primer momento, yo también
me puse a mirar los bichitos que daban vueltas velozmente alrededor de la luz. Después volví a mirar lo que me interesaba y mi asombro desbordó toda mi imaginación. No podría decir si lo que estaba viendo era realmente el perseguidor... bueno, lo que quiero decir es que, no era algo común... mejor dicho; no era un hombre, así como nosotros. No. Este era un monstruo negro, medio deformado, no sé...la verdad no sé como decir realmente que era. Miren, sinceramente, yo creo que era un ser de otro planeta, de esos que se hacen invisibles en cualquier momento. Sí, ya sé. Sé perfec-tamente qué están pensando. No lo digan. Creen que estoy rematadamente loco. ¿Sí? Es lo que imaginaba. Claro, uno ve tanta televisión que al final, termina contagiándose. ¡O no es eso, lo que están pensando!. ¿No? No. No digan nada. Como les decía; el perseguidor, no solo era deformado y feo, también adoptaba las formas que quería. Desaparecía y aparecía. Sí. Así como se los estoy diciendo. De pronto comenzó a moverse, contorneándose todo y ahí quedé maravillado por la nueva transformación. Su cuerpo comenzó a crecer, agigantándose descomunalmente. No sé, tres o cuatro metros, por lo menos. Al ver semejante monstruo con movimientos implacables detrás de él, salí corriendo desaforadamente, para alejarme de todo ese peligro amenazante.
Bueno, que más quieren que les diga. Uds. podrán pensar que soy un cobarde, que lo dejé solo. Lo sé. Que tenía que haberlo defendido; también lo sé. ¡Sí, sé mucho más de lo que todos Uds. creen saber. Por eso me miran de esa forma. Y les molesta que alguien sepa más, sí, eso les molesta mucho más. Les es difícil perdonar al que sabe, o hace algo que Uds. no son capaces de hacer ¿no?. Sí, es así. Tenía razón aquel que dijo; "LA GENTE ES CAPAZ DE PERDONAR AL QUE FRACASA. PERO PARA PERDONAR AL QUE TRIUNFA SE NECESITA UNA SUTILEZA DELICADISIMA* Aunque... pensándolo bien... qué estoy diciendo. Hablo de sutileza, cuando los que escuchan, ni siquiera conocen el término. ¡Ah, se quedan callados! Mucho mejor. Así puedo seguir con mi relato.
En mi desenfrenada carrera para alejarme de la peligrosidad del gigantesco monstruo, tropecé con algo y caí al suelo lastimándome una rodilla. Cuando estaba levantándome, pude verlo claramente. Ahí, adelante de mis ojos, estaba el perseguidor. Sí. Es cierto que estaba asustado, pero la curiosidad de mi instinto fue superior a todo el miedo que podía sentir. Di vuelta la cabeza velozmente para mirar hacia la esquina, y verificar la sensación que había tenido en mi puesto de vigía, cuando estaba detrás del árbol. Efectivamente. Yo también tenía mi perseguidor. Pero en la ochava de la esquina, él estaba luchando furiosamente con el monstruo gigantesco. Bueno, lo demás, ya se los conté. ¿Se acuerdan? Derecha arriba, izquierda abajo. Sinceramente, ¿quieren que les cuente lo que sentí?. ¡Que los dos se
*Oscar Wilde
iban a destrozar! Porque, vamos a ser honestos; la verdad es, que los dos se pegaban, eso es muy cierto. El monstruo no se quedaba atrás para nada. Pero también creo, que el monstruo le pegaba a él, para defenderse nada más. Claro, ésta es una suposición. Y ahora volvamos a mi perseguidor. Como les dije, yo estaba caído, mi perseguidor adelante. Demás está decir que después de mirar lo que estaba pasando en la esquina, mi instinto superó todo el miedo que podía sentir. Primero me senté con las piernas para adelante. Todo esto, les aseguro, fue en una fracción de segundos. Nos miramos fijamente. El, inmutable.
yo, muerto de miedo. Quería verle los ojos para adivinar en su pensamiento un posible ataque, pero con la oscuridad no podía verlo muy bien. Se oían gritos, que venían desde la esquina. Seguramente algunas personas que quisieron detener la pelea y... de pronto, vi un raro movimiento en mi perseguidor, alertando todos mis sentidos. Se me ocurrió que en cualquier momento podía ser atacado y yo no estaba dispuesto a ser sorprendido. Como una luz, me abalancé sobre el perseguidor, justo en el momento que él, estaba a punto de hacer lo mismo. Los dos caímos al suelo, trenzados en una lucha feroz, encarnizada, como la que seguramente sería la pelea de la esquina. Nos pegábamos despiadadamente, sin que nada nos importara. Habíamos perdido totalmente el control. Nos movíamos con gran velocidad, para esquivar los golpes, pero, la verdad es, como dije antes; parecía un ser de otro planeta. ¡No, no se rían! Así como les digo; un ser de otro planeta. Daba la sensación que se burlaba de mis golpes. Yo me exasperaba, me sentía impotente al ver que mis puños no podían parar a un ser invulnerable, que en su desvarío, me conducía al reducto insalvable de la locura. Apenas podía mover los brazos, el cuerpo dolorido, seguramente por los golpes recibidos de sus manos imparables.
Todo mi espíritu de lucha, había sido en vano. Estaba siendo vencido por un ser superior. ¡Sí! Aunque Uds. me miren así. Es real, lo más real que han escuchado. El perseguidor había ganado la batalla, pero justo cuando estaba por caer definitivamente bajo sus garras... el milagro. El gran milagro. Él había logrado vencer al monstruo de la esquina y venía en mi ayuda. Sentí sus fuertes manos ensangrentadas en uno de mis brazos, tirándome para atrás.
-¡Dejámelo a mí! -dijo casi gritando- Me tiró violentamente para un costado y se arrojó sobre el monstruo, pegándole con todas sus fuerzas. ¡Al otro no lo pude vencer, pero a vos... te voy a matar! -le gritaba- ¿Por qué me miran? Acaso ¿creen que mintió, cuando dijo que no le había ganado? Para que Uds. sepan de una vez por todas: es cierto. ¿Y saben por qué? Porque cuando él empezó a pegarle a mi perseguidor, me di cuenta en el acto que lo habían seguido. ¡Pero ustedes qué saben de estas cosas! Son incapaces de comprender porque nunca se sintieron acosados. ¡Por eso!
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¿Y doctor, cómo andan los dos nuevos? Siguen igual. ¿Ninguna mejoría? Ninguna. No hay forma de convencerlos, para que no peleen con la sombra.
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