Recuerdo una solitaria gota de sudor descendiendo
por tu espalda.
Un diminuto rayo de luna retozando sobre tus pechos.
Las sabanas oliendo a pasión y cansancio.
Tu aliento exhausto rasguñando la almohada.
La perfecta redondez de tus caderas invitando
a mis anhelos a un último beso celestial.
Tú aroma de infanta en celo resbalando por la cama.
Estabas extendida… desnuda… Mi mano apresaba tu hombro y mi ojo divino observaba tu plenitud…
Eras un ángel… un lucero o quizás un ave en vuelo donde el lecho era un cielo de septiembre y aquel cuarto de motel el espíritu Santo que resguardaba tu esencia mortal.
Fue en ese instante en que comprendí la verdad y abrace con angustia el espacio vacío entre tu espalda y mi pecho en tanto mi garganta emitía un último gemido de dolor.
Lloré en silencio… Lagrima a lágrima… acompasado
por el lánguido gorjeo de un pájaro matinal.
La verdad no tuvo clemencia con los demenciales latidos que fracturaban mis sesos.
Era cierto… Sin mi, eras mas bella.
Texto agregado el 08-12-2006, y leído por 182
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Lectores Opinan
15-03-2007
Buen poema. -Vera-
02-01-2007
Leí todos los textos que has subido recientemente y noto que eres otro, distinto a lo que eras.
Pero no sé si me gustabas más antes que ahora.
Sin lugar a dudas hay un cambio importante en tu manera de escribir.
Lo único que sé es que sigues siendo mi muso.
Besos.
Marina. keller