Para ti, “maravillas”. Con toda mi admiración.
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Aquella mañana escuchábamos a The Beatles mientras conversábamos al teléfono. Los recuerdos fluian.
John, Paul, George y Ringo interpretaban Let it be. Hacíamos cuentas en la mente. Resultaron ser 26 años desde aquel ocho de diciembre, fatídica fecha que hoy registra la historia como el día cuando el mundo lloró por uno de los grandes músicos de todos los tiempos. John Lennon había partido, cuatro tiros le disparó el desquiciado fanático Mark Chapman.
La conversación tuvo un desvío. De The Beatles pasamos a los nocivos efectos del fanatismo. Y luego, una vez más Lennon fue el centro de nuestra atención. Hablábamos entonces sobre el veneno que dispersan seres oscuros y del daño que causan a quienes les rodean. Hablábamos de Yoko Ono, la mujer que destruyó a The Beatles.
--Julio Enrique, ¡cuántos años han transcurrido!
--Muchos, Alicia –acepté.
Y entre la nostalgia surgió el comentario de dos jóvenes amigas que celebraban sin parar el “puente de la Constitución”. Y por un momento envidiamos su juventud, su alegría, sus ganas de vivir.
--Ellas siempre están de celebración –dijiste tú –da igual que sea “puente”, fin de semana o jueves por el medio, para ellas el tiempo hay que tomarlo por el brazo e irse con él de copas. Se llevan muy bien los tres, como son jóvenes. ¿Te has dado cuenta? El tiempo siempre es joven. En cambio nosotros a envejecer por no habernos ido de copas con el tiempo...
Con tus palabras recordé los recados que cada una de ellas me habían hecho llegar apenas unos días atrás. Nuria decía:
“Estoy malucha del cuello y tengo la garganta malucha también, no me concentro ni a la de tres, llevo todo el día liada y ni veo. Escribir me aniquilaría las pocas neuronas que me quedan para pasar el resto del día.”
Por su parte, Rosalía me comentó:
“Julio: Soy un desastre mesiánico. Estuve enferma dos semanas por la lumbalgia, tengo que recuperar dos exámenes (ya recuperé otros dos).”
Y entonces te respondí.
--Alicia, por vez primera estoy totalmente en contra de lo que dices --con todo y canas podemos darles pelea a ese par de jovencitas. O qué ¿La experiencia no cuenta? Pienso que al tercer bar visitado las tendríamos que sacar a cuestas. Pero tú hablas de tres ¿quién es la carta tapada?
--Tienes toda la razón ¡claro que si! Jovencitas a nosotros... Me refería al tiempo. Las dos y el jovencito tiempo. Nosotros no salimos con jóvenes, cuando salimos de copas vamos siempre con Madame Sabiduría y sus tres comodines... Aunque en realidad sabemos salir solos, sin necesidad de más gente. ¿A que sí?
--Mejor solos. En ocasiones Madame Sabiduría se vuelve un tanto intransigente. Siempre y cuando no olvidemos a Mr Experiencia podemos dejar en casa de vez en cuando a la tal Sabiduría.
--Si dejamos en casa a la Señora Sabiduría ¡Para qué queremos a Mr Experiencia! ¡Dejemos en casa a los suegros que siempre están con admoniciones! Nosotros ya somos mayores ¿o no? ¡A ver si ahora resulta que no sabemos salir de copas solos! ¿A qué hora quedamos?
--Mr Experiencia obliga a pensar antes de actuar. Madame Sabiduría frena sin más. Pero bueno, está dicho. Tú pones la hora y me dices a dónde paso por ti. Yo me encargo del itinerario.
--Traspasando todas las reglas de la decencia, pasa a buscarme a medianoche. Y haz sonar el timbre para que todos se despierten. ¿Adónde me vas a llevar?
--Allí estaré. Haré mucho ruido al llegar. Y más haremos al regresar, si es que regresamos hoy... Sobre el itinerario, te hablaría del principio, pero no preguntes más...
Y esa fue una noche pletórica, intensa. A través de las palabras y las manos fuimos elevándonos hasta el cielo, envueltos en caricias de lienzos blancos. ¿Jovencitas a nosotros? -Te dije -¡La experiencia es lo que cuenta!
Abrimos los ojos cuando aparecía el nuevo sol. Al encender el radio escuchamos una tonada de The Beatles. Era ocho de diciembre.
--¿Te das cuenta Alicia? The Beatles están vivos y tienen juventud. Igual que nosotros. Estamos vivos ¡y quién dice que nos falta juventud!
--¡Tienes razón, Julio Enrique! La música de los Beatles sigue viva. Igual que nosotros ¿Qué es la juventud sin vida y esperanza?
* ¿Ficción o realidad? La pregunta ha caído como lluvia en mi Libro de Visitas desde que subí el texto. La respuesta: El 95% realidad; 5% ficción. En los diálogos cada palabra es textual del personaje.
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