Habíamos soñado con esta casa desde que la vimos hace unos meses, por eso cuando salió a la venta me contacté de inmediato para comprarla, pero el día de la entrevista con el propietario me caí de una escalera y tuve que hacer reposo por dos semanas ¿te acuerdas Marina?.
Dos largas semanas en las que soñamos con los colores de las paredes, con la luz entrando por las ventanas, con el ruido del agua moviéndose en las cañerías, con el sonido de nuestros pasos en el piso. Y rogamos para que no se vendiera mientras me recuperaba del accidente.
Aquél día hacía un calor insoportable, las calles estaban transpiradas y molestas, no quería llegar tarde a la casa, por fin entraríamos. Y allí estabas , Marina, esperándome. Bello sonido el del golpe en la puerta, larga la espera sentados en el dintel sin que nadie apareciera. Esa vez fue el propietario el que se enfermó, apéndice, dos semanas más. Pero tuvimos la preferencia en la lista de compradores.
He venido un par de veces a la casa, y miro hacia adentro por las ventanas, los dos vinimos una mañana y volvimos en la tarde para ver como entraba el sol y la luz. Ese día, Marina, estabas extraña.
Había pasado un mes desde que vi la casa vacía y aún no habíamos logrado entrar, pero era nuestro sueño, así que esperamos con la paciencia de la esperanza. Fijamos otra cita, ese día ningún apéndice y ninguna escalera impedirían que entráramos por fin a la casa. Pero un viaje, Marina, un viaje justo ahora; nada puede ser más importante que nuestra casa y tu te fuiste de viaje. Una semana más de espera, pues no quise ver la casa sin ti.
Hoy sí es el día, fui a tu oficina para sorprenderte y ese que no era yo te besaba. Siempre dije que mataría a algún amante tuyo, siempre dije que te mataría con él, pero no tuve con qué matarlos y de pronto me volví un niño y huí. Caminé mucho rato con la cabeza nublada, mi garganta dura y con mi cuerpo hecho piedra llegué hasta la famosa casa.
Por fin entré, Marina, llamaste para avisar que trabajabas hasta tarde. Pero sé que no vendrás nunca, nunca habitarás la casa y está cayendo la lluvia; llueve en pleno verano y se me estropeará la ropa, este traje costoso que me puse para impresionar al propietario y salir a celebrar la compra contigo Marina...
La casa es grande, tiene una chimenea, un salón amplio y el piso cruje suavemente tal cual la soñamos. - Lo siento mucho señor - , le dije al dueño, - pero no compraré la casa. El ruido de la lluvia en la techumbre es francamente molesto-.
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