Numerosos poetas, generalmente los más talentosos, no solo poseen una increíble sensibilidad, sino también, están obligados y prefieren padecer importantes sufrimientos para poder lograr el máximo rendimiento literario. Ese sufrimiento, que puede ser natural por el devenir de la vida misma, imaginario o finalmente autoprovocado de cualquier modo y con mucho ingenio, a los efectos de poder escribir su dolor, sin pausas. Para ellos, lo realmente importante, no es lo sucedido, si no, su poética interpretación de lo hechos. Pueden canjear con muchisimo placer un proyecto de pareja, una nueva ilusion por un mediocre texto.
Un ejemplo de ello, es el caso del escritor Camerunés, pero radicado en Turdera (donde tenia una tintorería), Andrés Eto’o de 50 años pasados, 15 pasados en Camerún y 35 en Turdera, quien citaba a una dama en un bar, a las 17 horas, la esperaba hasta 17.02 y se iba presuroso a escribir, sintiéndose burlado y abandonado.
Y si algún romance avanzaba más de lo conveniente, creando sueños y esperanza, lo abortaba inmediatamente con alguna insolita evasiva o algún problema más imaginario que real.
Pretendía transparencia para luego manejar la precaución .Nunca recibía el gesto, el proceder o la palabra justa que lo conforme plenamente. Se sentía el más desdichado, se ofendía con suma facilidad y destruía cualquier germinación para luego volcarlo en un texto magistralmente. Se acostaba temprano y solía gemir en su cama hasta altas horas de la noche. Tampoco bebía alcohol, porque el alcohol disminuye el dolor.
En una oportunidad, paseando en la quinta de su nueva prometida, Andrés se ofusco porque observo que la bellisima dama, prestaba más atención a los hermosos frutales de estación que a sus declaraciones de amor. Entonces, el poeta recrimino el proceder da la joven, abandono todo y se retiró incomodado a su casa, para escribir atormentado y dolorido una de sus más grandes obras:
Peripatética
en la hierba blanda
eras rebelde e inconforme.
Yo, tu seguidor
te oí murmurar demasiadas palabras
ya no podía detenerte
Sufri que te alejaras
paso a paso, paso a paso,
no aguanté más.
Pensé en una flor,
pero recogí una naranja
y te cague de un naranjazo.
Hoy, Andrés es un hombre mayor, corto de talla y de vista. No tiene pareja ni tintorería. Regentea un Sex shop en la estacion de Turdera, donde los penes de látex reemplazan a los domésticos pepinos, provocando la ruina de un par de verdulerías. Comenzó a beber alcohol y confió a sus íntimos amigos que en Turdera, pudo ser feliz pero prefirió enojarse, fastidiarse y escribir sufrimientos, que fue hasta injusto con él mismo, que nada se permitía y que fue soberbio y camorrista.
Tambien aprendio que un poeta colerico, deja de ser un poeta.
Pero todo esto valió la pena. Circulan por aquí, algunas fotocopias de sus poemas que son el deleite de toda la muchachada.
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