La noche tenía la cara del revés y las ligas desatadas. Los zapatos al derecho y los pies por fuera.
Me levanté de la litera, buscando en el cuartel un porro que me quitara el insomnio y me produjese sordera.
El tic tac del reloj se acompasaba con los tacones del guardia y el tintineo de las llaves, por no mencionar la paja del de arriba.
Arrastré la taquilla para mirar debajo.
Y con el estruendo de la noche del revés encendieron todas las luces y apareció un día del derecho, un día artificial y un cacheo natural.
Otro matando el insomnio.
Texto agregado el 07-12-2006, y leído por 245
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