Revolucionarios

¿O revolucionados? Es decir: ¡¿Adaptadores y adaptados?!, ¿revolucionados que sólo son tales debido a un ciego obedecimiento, al acatamiento a un nuevo sistema de valores?
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Valdría la pena volver a leer el subcapítulo titulado “El inquisidor general” en los Hermanos Karamazov de Dostoyeski para darse cuenta de que la cosa no es nada fácil y que es casi insoluble - ¿Puede el ser humano como especie ser LIBRE sin necesidad de obedecer o necesita obedecer para ser libre porque sin obedecer se le hace imposible el convivir en armonía con los demás individuos?

Es precisamente en esa prácticamente insolubilidad en lo que consiste la fe, la verdadera fe o, lo que es lo mismo: aquello mismo a lo que Doc Dosto y Camus llaman Rebeldía.
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Como especie ¿en cuantas mentiras más debemos caer hasta que nos demos cuenta de que no hacemos más que caer en mentiras? Si no somos capaces de vivir en paz sin obedecer entonces que caigan tormentas de mentiras, que lluevan mentiras que debamos acatar, y que bebamos de todas las gotas.

Por eso mismo no hay nada más peligroso que una sola mentira (“Es que así es la vida”) dos o tres mentiras nos sirven más que una sola, pero estamos obligados a sufrirlas (porque somos como niños).

Aún no somos capaces de vivir en anarquía (de convivir unos con otros sin obedecer a una fuerza que se nos imponga), ni podemos, ni sabemos… somos incapaces, como especie, de no caer en el abuso… así que
Todavía…

- ¿Todavía?
- Todavía, Hermano… Toda Vía
- Toda… ¿vía?
- ¡Todavía!