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Corrían las vacaciones de invierno y ella esperaba que regresara aquel “amigo” de quien recibió unos besos el último día que compartieron del verano. Él se fue lejos, muy lejos, pero regresaría para sus merecidas vacaciones. Ella, esperaría a su regreso, tal vez unos merecidos besos por haberle dedicado al menos, una secreta ilusión.
Llegó. Al enterarse, ella le llama y le enfrenta con una agradable invitación: “Tengo limones y hace mucho frío, ¿evitemos juntos el resfrío?” - amablemente le preguntó.
Él se muestra contento y cordialmente interesado en completar la receta de aquel elixir que les brindaría la vitamina tan codiciada en invierno.
Suena el timbre, abre la puerta, él con su calor y una botella de pisco se acerca y tímidamente besa su mejilla: - ¿que cuentas? - se dijeron ambos, mientras ella hacía caso omiso a su cojera temporal dedicada a su tobillo para atender a tan especial “amigo”.
- ¿Que harás?, - pregunta él a lo que ella responde casi con orgullo:
- “El mejor de los Pisco Sour”, -
- ¿Cómo lo harás? - desconfía él, al notarla inexperta en materias de cocina.
- ¡Fácil!, tomaré dos copas, luego exprimiré un limón en cada una de ellas, les revuelvo azúcar y les vacío un poco de pisco y ¡ya!.
- Eso no es Pisco Sour! - dice él -, eso es jugo de limón con Pisco, ¡nada más! –
- ¿Y como seria entonces?- pregunta ella casi desafiante.
Mientras, él se apodera de la cocina y con mucho detalle parte limones, los exprime, conecta la juguera y pide un huevo que le dará la sabrosa y suave espuma. Ella, solo opta por mirarle y poner cara de tristeza al avergonzarse de hacer una invitación sin tener la más mínima idea de como hacerlo. Él, se maneja muy bien en el cuento, tanto, que al descubrir el lesionado tobillo, le pide a ella que se siente y se calme por que él le atenderá. De ser la anfitriona paso a ser solo una ayudante:
- ¿Te gusta dulce? - Preguntó,
- lo prefiero limón - responde ella,
y como la dulzura la estaba poniendo él, ella le decoró el borde de su copa con azúcar. Bandeja en la mesa y solo dos comensales sedientos conversan en una postura entre tierna y amistosa, el bis de las copas se lo sirven en el sillón, mientras, avanza la noche...
La conversación cada vez más grata los hace cada vez más cómplices. Él descubre el frío en sus manos y mientras conversa las abriga. En un momento de relajo se extiende, apoyando cálidamente su cabeza entre el abdomen y las piernas de ella, respondiéndole inmediatamente con un abrazo casi maternal, sin dejarle de acariciar su cabeza, su rostro, su incipiente barba. Entre caricias conversan... de pronto un leve silencio, un cruce de miradas y un sutil gesto de ambos contrayéndose para solicitar un suave beso. Le siguió otro. Ella estaba muy grata acariciándole. Él estaba muy cómodo recibiendo, tanto que no se quito de aquel lugar por un buen momento, sólo movió su cabeza en el mismo lecho para subirla hasta la altura de su pecho. Ella creyó que no había maldad. Todo parecía demasiado tierno para tan avanzadas edades, sobrepasados los 33 para él y casi colgando los 28 para ella.
El sueño se apodera de ambos párpados y confiando en Morfeo recae la invitación de vivir un sueño y despertar acompañados. Una vez acomodados, a ella no debió sorprenderle que misteriosamente a él se le quitara el sueño, pero ella no cedió, algo le punzaba para que no se despojara del sueño y obedeció a su instinto e insistió, en que él cerrara sus ojos antes, para poder dormirse tranquila después. Despertaron abrazados. A las 8 de la mañana él se despide con un gran beso y ella con un gran abrazo, - te llamo - agregó él. Se sintió bien, pero llegó la noche y la llamada no. A la noche siguiente y evitándose incertidumbres, ella cogió el teléfono a lo que él contestó:
- ¿Cómo estás? –
- ¿Dónde estás? - arremete ella sutilmente, mientras escuchaba de fondo un perro ladrar.
- En casa de un amigo con unos amigos, rodeando una parrilla.
Sin ser descortés, no dio pié a que ella llegara hasta aquel lugar, ni dio la opción de visitarla más tarde a lo que ella agregó:
- Entonces, ¿no vendrás a visitarme hoy?- y su respuesta fue “no”, acompañada de un “te llamo”, pero esta vez, secretamente, ella no le creyó. Una sensación de extrañeza le recorría su mente, pero, sin más que hacer concilió el sueño, el después lo vería después.
Ambos continuaron sus vidas, hasta que ella vio pasar los días y que aquellas vacaciones se agotarían. Finalmente, el día en que se enteró que él viajaría, decide hacer la última llamada, pero tarde. Él ya había viajado, sin cumplir él “te llamo”, sin despedirse, sin agradecer. Decidida a deshacer el juego de la duda que él estaba dejando y de no dejarse abolir por los sentimientos, aún sin poder mirarle, decidió hacer responsable a su voz, y aunque él trató de posponer el asunto para unas próximas vacaciones, no le fue permitido y junto con reconocerle la preferencia por acomodar asuntos personalmente, para no quedar con “juegos de mente”, optaría por la impersonalidad de no ver a los ojos y poner atención a las voces, aceptando él su decisión, la última conversación contuvo lo siguiente:
- En cierta forma, siento que esto lo comencé yo y ahora quiero terminarlo, necesito cerrar el círculo para poder avanzar, y aunque esto lo hago por mí para estar tranquila, sé que te hago un gran favor a tí.
El trató de excusarse, el poco tiempo, la distancia, la lejanía, la separación física, finalmente “lo nuestro no da para más, no es para más” y, “creo que ambos sólo queremos pasarlo bien”. Ella no escuchó, pues no estaba pidiendo excusas, no las quería, solo quería dejarse escuchar y él finalmente recibió:
- De acuerdo, pasarlo bien, pero jugar a dejar la duda hace que lo puedas pasar mejor tú de lo que lo pueda hacer yo y eso no es considerado justo. El asunto se desvió y no había por que esconderse, sólo aclararlo y amigos como siempre...
Ella le escuchó sonreír. Una sonrisa de grata sorpresa, como de un viejo zorro que ha sido aleccionado por su presa y no le queda más que dejarse sorprender y reír. Al no haber desgaste, él no pudo evitar decir: “Tal vez un día te llame...”
Fuera de toda competencia, orgullo o cualquier mal sentimiento, ella quedó con la tranquilidad de la última palabra. Sintió que a pesar de ser mas limón, de todos los ingredientes compartidos terminó quedándose con el azúcar, azúcar quemada tal vez, pero azúcar al fin y al cabo. Él, con el limón, el más dulce de los limones tal vez, pero limón al fin.

Texto agregado el 06-12-2006, y leído por 268 visitantes. (11 votos)


Lectores Opinan
04-07-2007 Interesante texto con tintes de psicologìa màsculina y femenina en contraposiciòn. Pero, en tèrminos generales me gusto. Està bien. Jazzista
30-03-2007 Entretenida historia, sobre todo porque devela cómo pensamos hombres y mujeres. En la historia nunca hubo relación y si bien es cierto hubo un "te llamo", nos han enseñado a no decir, gracias y adios. Curioso también el tener que hacer balance de lo que obtuvo cada uno, de la última palabra. Hablas de duda donde hay certeza y un deseo unilateral. Y sí, al menos a mí, se me hizo más confuso el texto a partir del párrafo "Decidida a deshacer el juego de la duda". Si me extiendo en el comentario es precisamente porque es un buen texto y una interesante mirada a las relaciones. NeweN
30-03-2007 No comparto la opinión de a_la_luz_de_las_velas. El texto se entiende muy bien, quienes no se entienden son los personajes del cuento. Expresa muy bien el desencuentro y la incomprensión. Además está bien escrito y construido. altorcan
10-01-2007 espectacular!, me atrapó la historia y no me soltó hasta terminarla, clap clap _marcelo
08-01-2007 me gustó como fluyen las ideas, yo tampoco sé preparar el pisco ságüer, dicen que con limón de pica... albertoquilapan
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