Soneto para una ausencia” Mis manos se quedaron temblando en la agonía de tu adiós, y lloré tu voz que ya no oía. Mis ojos despertaron en la noche que moría, te buscaron en vano en la alcoba vacía. Dime madre, ¿dónde has ido? ¿quién cerró tu boca que reía? ¿a qué mundo lejano has partido? Dímelo, te extraño cada día. ¿Volveremos a encontrarnos?... …“Sí, no llores hija mía”. Alibel Lambert
Texto agregado el 06-12-2006, y leído por 155 visitantes. (3 votos)