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Una vez terminado el ritual del servicio religioso, el féretro fue respetuosamente conducido por amigos, vecinos y parientes del difunto hasta el panteón familiar. De inmediato los compungidos y cabizbajos acompañantes, iniciaron los consabidos discursos. El primero que habló, lo hizo a nombre del Partido: Samuel Garcés fue un compañero íntegro, inflexible con los principios del movimiento. Fue un ejemplo de honestidad. Pudo haber escalado posiciones y usufructuado del poder reinante, pero prefirió la responsabilidad anónima del militante...
Después, el orador siguiente lo hizo en nombre del Club: Lo dio todo en aras del deporte amateur. Se va uno de los últimos pioneros del auténtico deporte, un verdadero idealista en una época marcada por el egoísmo y la individualidad.....
El siguiente orador representaba a la Academia: El colega que despedimos enriqueció las letras con su talento creativo. La Academia se apresta a editar como ofrenda póstuma sus trabajos inéditos. Un merecido homenaje al artista caído, para honra y gloria de las letras nacionales. A continuación habló un representante del Sindicato: El camarada Samuel Garcés fue un miembro activo de este sindicato. Luchó codo a codo por las reivindicaciones sociales y económicas. Siempre se le vio en la calle, dando la dura batalla....
El siguiente miembro de la familia agregó: Fue un entrañable esposo y un paradigma de padre....
Luego, unos aburridos sepultureros metieron el ataúd al nicho. Los goznes de la desvencijada puerta de hierro crujieron, de la misma forma que resonó el corazón de la viuda que exhaló el último suspiro. Después del funeral los deudos comenzaron abandonar el cementerio, comentando los nombres anacrónicos grabados en las viejas sepulturas.
Pero yo no me fui. Me quedé solo, acompañando a mi amigo, para decirle el discurso que no se dijo, que se perdió en la maraña de lisonjas vacías en medio de esa burda competencia oratoria.
Samuel. Ahora que todavía resuenan las fanfarrias póstumas.,vale la pena que yo te diga algunas cosas Casi todo lo que hoy se dijo aquí, es mentira. Sólo apurados discursos floridos. Pura diarrea verbal. Tú lo sabes. Nunca encarnaste principios claros. Jamás sostuviste doctrina alguna. Nunca fuiste un héroe. Solamente fuiste un hombre. Un pobrecito mortal cualquiera. Amigo mío: ¡Descansa en paz !
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