Fue en esa pequeña plaza de toros, la que despunta a lo lejos, cuando sentí por primera vez la misericordia. La derrengada animalidad del burel tiñendo de grana la arena exhaló un susurro que me decía: ¡cómo es posible que me dejes así!
Después, bastantes años después ,sentí lo mismo cuando me marché de casa, cuando bajo el umbral de la puerta los ojos húmedos y apagados de mi madre me dieron el último adiós.
Después de rodar por la vida con mucha más suerte de la que merezco aquí me encuentro, desterrado por voluntad en Burdeos, y quien me iba a decir que he vuelto a sentir la misma misericordia de mi niñez cuando cerré la puerta de tu estancia en el inmundo burdel que es tu centro de trabajo y al que nunca más volveré.
Cómo resarcir mis culpas, incinerar mis pecados y sentirme un poco, solo un poco más ligero.
No tengo la mano de Dios conmigo, acaso su aliento que guía mi brazo.
Sí, torito alegre, esbelto y fuerte, has quedado plasmado en toda tu belleza y plenitud, sin rejones ni banderillas. Y aquí sobre el lomo te regalo unas mariposas enormes, gigantescas para que te eleven al cielo. Perdona que en su eje de gusano aprezcan mis rostros de locura, el aborrecible insensible e insensato que tanta barbaridad ha cometido para vivir en esto que llaman vida.
*El dibujo que titula este cuento, también conocido como Fiesta en el ayre o Buelan Buelan, del artista Francisco de Goya y Lucientes fue vendido en una millonada de euros por....Internet |