Siento seca tu segunda boca, no me dejan entrar tus dientes moribundos, porque lo frío te recorre toda, y me embarras un poco de tu aliento.
A fuerza de distancia te recuerdo, como pensando en que se puede extrañar lo que no se ha tenido nunca, y necio me pongo a maldecir al frío, que se instala en esta cama antes tan tuya.
Pensaba que pudiera hacerse el tonto, decir que no era vos a quien cantara, los llantos y lamentos con tu nombre, que me siguen aún con la distancia. A fuerza de silencio sale un grito, que necio se escapaba de mi boca, y simple te recuerdo entre mis brazos, cuando voy arañándome con llanto la espalda.
No tengo muchas rosas sin espinas, y lo que daña es tomarlas por el tallo, es arduo y doloroso recordarte, pero es tanta la nostalgia de alcanzarte, que vale el necio intento de rozarte, siquiera con el llanto en otros ojos. No busco ya las rimas tras tu nombre, a fuerza de distancia me he rendido, si salen es que acaso me equivoque, como cuando creí sería correspondido. |