Te encuentro de nuevo, escapas de mi abrazo a la distancia,
te busco en vano intento y pongo las cartas sobre la mesa,
te evades de mi aliento y no me queda otro remedio
que contemplarte a la distancia donde no te tengo ahora.

Busco el camino a casa, pero tus brazos me han soltado,
y las manos que me rodearan todo, me han dejado caer,
me haces falta y debes saberlo aunque lo sepas, porque a la distancia
vuelvo a recordarte pero no vuelves tú.

El frío de temporada no se siente tanto a tu sombra y cobijo,
las noches sin luna no se extrañan cuando estás conmigo,
y las mañanas nubladas de cielos esquivos y soles escurridizos,
nunca han estado más deprimentes poniéndolo todo
estúpidamente añorable y lejano, como el día en que vos
te alejaste de mi vida llevándote sólo un beso en la frente.

Y vuelvo a recordarte mientras tanto, en que espero a la muerte en tu lugar, para por lo menos caminar tomado de su mano... Ahora que nos hemos hecho tan buenos amigos que ni siquiera nos saludamos, y yo sigo pensando en a qué sabe tu sonrisa, pero no puedo recordarlo.