Son aromas necios los que te envuelven,
banderas humeantes sin rastro,
ojos vírgenes, caras frescas,
sexos pletóricos y arrogantes.
Son perfumes bellos si los miras,
son frascos dulces si los hueles,
amor venenoso que te contamina,
si endulzas tu paladar con su aroma.
Doce aromas que te matan,
tristemente falta el decimotercero,
inventan, recorren, te pelan la piel,
se adueñan de tu virginal secreto.
La mezcla de los trece aromas,
crean el vivir sin miedo,
los tapujos, sólo para unos pocos,
los tapujos, sólo para los necios.
Orgías relatoras del perfume,
climax de la muerte y el misterio,
presencia de tu aroma intacto,
naufragando por el destilado sudor.
Lágrimas perfumadas,
risas insípidas,
mirada inerte,
tu olor por siempre.
No es asesino,
no es mugriente,
sólo creó un perfume,
creó misterio, aroma, la muerte.
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Observaciones:
Esta poesía está inspirada en la película:
"El perfume. Historia de un asesino"
Alejandro Zaragozí Orozco.
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