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"Ojalá pudieras mirarte a través de mis ojos y verte como yo te veo"
Frente a ese espejo me delatas.
Yo me quedo en completo silencio. Enmudezco ante esa imagen que me devuelve el reflejo contra esa pared cristalina.
Tú tras de mí, me coges e intentas hacerme ver cómo tú me ves.
- ¿Qué ves?- me preguntas.
Un nudo en la garganta me impide responder. Por un instante me da miedo decir lo que realmente pienso. Me doy pánico a mí misma.
A tu lado el espejo no resulta tan aterrador.
Tus manos retienen mi cuerpo con firmeza, sin llegar a ahogarme ante esa imagen que tanta aversión me ha dado tantas y tantas veces antes. Son cálidas y tiernas conmigo. Sujetan y apoyan mis pequeños pasos adelante. E intentan no reñirme ni abandonarme cuando vuelvo a darlos atrás. Comprenden que no es fácil, que es duro, que no cesa el dolor.
Vuelves a repetir la pregunta:
- Lorena, ¿qué ves?
Yo me alejo. Nada... No veo nada. No me gusta. Gorda. Me sobrevienen mareos cuando vuelvo a posar mis ojos ente ese reflejo. Me sonrojo y por momentos palidezco. Mi mundo gira. Cabeceo.
Deseo apartarme de ese espejo.
Bajo la cabeza. Me escondo una vez más. Anido ante tu voluntad. Sé que es bueno que lo expulse todo fuera. No entiendo a mi cuerpo.
Hoy en tus brazos, mis palabras son más sinceras.
Consigo sucumbir a tus manos para apartarme de ese reflejo. Pero tú sigues firme en tu decisión. Quieres una respuesta. La mereces. Pero no es fácil dártela, no es sencillo dejar de odiarme y pensar que soy bonita cuando yo solo veo defectos, cuando nada parece suficiente. No es sencillo escupir esas palabras de odio y dejar que tu sonrisa se borre. No permitiría dibujar en ti una mueca de dolor una vez más. No deseo verte sufrir. No merezco tus lágrimas.
Vuelves a tenderme tu mano para que regrese a tu lado, para que siga mirando a través del espejo. Es entonces cuando levanto mi vista y ésta se cruza con tus ojos chiquitos. Almendrados. Tan dulces y especiales como la miel. Un chispa aparece al entrar en contacto con mi mirada que refleja mi interior roto.
- No me gusta lo que veo. - consigo articular. Bajito, muy bajito. Vuelvo al espejo. Casi un susurro.
Cojo tus manos y las aprieto contra las mías.
Y entonces, como un suspiro, me dices esa frase tan sincera, especial y verdadera... Esa que aún hoy no soy capaz de borrar de mi cabeza.
Ojalá pudieras verte como yo te veo.
Ese reflejo. Tú junto a mí. Casi una lágrima que no llegó a salir. Y esa mano... que prometiste guardarla siempre a mi lado.
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Texto agregado el 03-12-2006, y leído por 142
visitantes. (4 votos)
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Lectores Opinan |
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08-12-2006 |
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es espectacualr me gusto demaciado .. es exelente. ayelen_neurotica |
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03-12-2006 |
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Un relato que conmueve, es tan difícil verse como nos ven los demás, quizás por casualidad, caminando entre medio del gentío, cuando vemos nuestro reflejo en el espejo de alguna vitrina pensando que es otra persona. Una experiencia muy fuerte. loretopaz |
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03-12-2006 |
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Muy buena narración, me gusto mucho, te felicito compañera*****pablo melenas |
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