El cronificado síntoma de crisis presente en la psicología desde sus comienzos como disciplina (¿independiente?) encuentra su causa en la definición de su objeto de estudio, el cual, a su vez, condiciona el método a emplear para su exploración (y viceversa). Parece ser que “el estudio del hombre” es el objeto de esta disciplina, un terreno un tanto difuso y muy poco acotado, en primer lugar porque “el hombre” es objeto de estudio en muy diversas disciplinas y, en segundo lugar, porque al intentar delimitar el campo de estudio podemos encontrarnos con muy diversas respuestas tales como la conducta, la conciencia, los procesos psicológicos, la personalidad, etc.
Esta falta de consenso, que se da ya desde un elemento tan básico como es el qué estudiamos, dificulta mucho la introducción de la psicología en el ámbito de la ciencia, segunda fuente de disputas y generador de crisis, una ciencia, como comentaré después, dominado por el Paradigma Positivista. No obstante, dentro de la psicología, teorías como el conductismo han intentado definir el objeto y el método de estudio con el fin que se otorgase a esta disciplina el tan ansiado, en tanto que prestigioso, apellido de “científica”. Desde este enfoque se niega rotundamente el carácter científico a otros enfoques (¿quizá paradigmas?) como el introspeccionista, al cual se le ataca, mejor dicho se desprestigia, con términos tales como especulativo, poco riguroso, no verificable e incluso filosófico, intentando crear y reforzar una identidad a través de la retórica.
Pero para hablar de una psicología científica ésta deberá justificarse en la aplicación del método científico, razón por la cual a la hora de definir el objeto de estudio habrá que cerciorarse de que tal objeto admita el empleo de los procedimientos y exigencias de dicho método. Afirmaba Watson la necesidad de desprenderse definitivamente de conceptos tales como conciencia y mente por carecer de sentido en términos de los requisitos del método científico y sustituirlos por otros que sí los cumplieran como, por ejemplo, el de conducta; así, por ejemplo, decía: "Si la psicología quiere convertirse en ciencia debe seguir el ejemplo de las ciencias físicas, esto es, hacerse materialista, mecanicista, determinista y objetiva". Sin embrago, esta forma de estudiar la conducta niega precisamente los factores realmente importantes en la comprensión del comportamiento humano, vaciando el conocimiento de reflexión y convirtiéndolo meramente en una disciplina descriptiva con el único fin de poder ser aplicada.
Dejando un tanto de lado al conductismo, me veo obligado a defender una psicología, por un lado científica (no por ello necesariamente conductista) y, por otro lado, independiente de la filosofía. Esta segunda afirmación la defenderé argumentando que la psicología es un territorio que, efectivamente ha de ser distinto pues describe fenómenos desde una perspectiva diferente y, además de ampliar, depurar y pulir el conocimiento heredado de la filosofía lo integra con saberes de otras disciplinas como la biología o la sociología. Defender que la psicología es meramente filosofía y que no se puede desprender de ella por el hecho de que ésta conforme precisamente sus orígenes sería algo parecido a afirmar que la física sigue siendo también parte de la filosofía desarrollada por la Escuela de Mileto y la teoría de Demócrito. Aunque en esta comparación hayan pasado siglos desde la génesis de psicología y física como disciplinas independientes no debemos abandonar la idea, o mejor dicho, la esperanza de que la primera alcance el status y la consistencia teórica (proporcionado por el consenso) de que hoy en día dispone la física. Hay que recordar que en la física de la década del 20 se atravesaba una etapa de crisis en forma de disputas teóricas parecida a la que hoy en día se da en la psicología (salvando la imperdonable falta de un objeto de estudio bien definido por parte de esta última) y a la que Wolfang Paul, hacía referencia a través del siguiente comentario a un amigo: "...en este momento la física se encuentra en un estado de terrible confusión..., me resulta demasiado difícil y me gustaría haber sido actor de cine o algo por el estilo y no haber oído hablar nunca de la física").
En cuanto a mi defensa de la psicología como disciplina científica argumentaré que, si bien la psicología no puede ser considerada como tal por vía de un estatuto epistemológico legítimo, sí puede serlo por la vía de la praxis científica (interpretación de Popper). Quien genera conocimiento aplicando el método de la ciencia ha de ser merecedor de llevar el apellido “científico” y dentro de la psicología existen enfoques que siguen las reglas del juego. Sin embargo, acepto la crítica de Wittgenstein de que, en psicología, aunque existen métodos experimentales también existe confusión conceptual: “La presencia del método experimental nos hace creer que ya disponemos de los medios para librarnos de los problemas que nos inquietan cuando, en realidad, problemas y métodos pasan de largo sin encontrarse”.
No obstante, no creo que todo el problema sea culpa de los irreconciliables psicólogos sino de la concepción que la propia comunidad científica alimenta de forma continua, como aquel que ha creado un monstruo que no puede detener y al que continua alimentando bien por miedo a destruir, bien por el interés de poder usarlo en su defensa cuando sea necesario. Lo que ha ocurrido con la ciencia bajo el Paradigma Positivista es que, de ser concebida como un modo específico de conocimiento ha ido convirtiéndose en el único saber posible merecedor de ser concebido como tal; lo que en un principio fue entendido como instrumento se convirtió en un fin en sí mismo, en un valor central de la cultura, exclusivo y excluyente.
Admito que la psicología ha de ser ciencia, por mi propio interés, pero también admito que no toda ella ha de serlo pues, desde la perspectiva positivista, no es posible dar cuenta de todo el comportamiento humano ya que la Ciencia tal cual la conocemos hoy valida el conocimiento solamente en el dominio empírico o, lo que es lo mismo, en aquellos fenómenos susceptibles de ser cuantificados y, evidentemente, y también fascinantemente, muchas veces esto no es posible.
Terminaré con una cita de Schrödinger que dice: "La Psicología, una ciencia relativamente nueva, exige imperiosamente un espacio vital, (...) el mundo de la Ciencia se ha concentrado en un objetivo horrible que no deja lugar a la mente y sus inmediatas sensaciones...Debería reconsiderarse la actitud científica, la Ciencia debe construirse de nuevo."
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