El Último Aquelarre
Ese día estaba ya planificado desde hacía siglos, el lugar en aquel claro del bosque, los rituales, los discursos, el invitado, el vestuario y los bailes debían ser los de siempre, sin embargo Thelma, la líder de las brujas de la década en curso, sabía que las cosas serían muy diferentes.
Una a una fueron llegando las brujas, todas pertenecientes a la mayor asociación de hechiceras del planeta. Mientras Thelma observaba la interminable hilera de luces, casi todas pertenecientes a relucientes 4x4, diesel, último modelo, del año, su corazón de bruja le evocaba genéticos recuerdos de una hilera de escobas, las que iban quedando guardadas cada una al lado de un gran caldero de hierro.
Las socias bajaban de sus “todo terreno” para acomodarse al lado de un caldero eléctrico a micro ondas, conectado a un computador central que almacenaba las recetas y hasta era capaz de recitar los hechizos. -Qué cómodo- decía la mayoría -Ya ni siquiera debemos memorizar los hechizos ni guardar esos andrajosos libros que sólo se llenaban de polvo- No se imaginaban que ese era justamente el inicio del fin. Visto desde el cielo, el gran círculo que era el claro del bosque, dibujaba en su interior otro círculo de menor radio formado por los automóviles de las brujas, sus electro calderos, y las hechiceras paradas al lado de ellos, una moderna visión diabólica.
La líder se sentía nerviosa por lo que vendría, ella estaba informada de las decisiones de Él, pero no conseguía adelantarse a la reacción de sus compañeras. Todo comenzó normalmente, ella dirigió el discurso de bienvenida, realizó el primer baile (con una escoba de plástico, tal como se hacía desde hacía nueve años) e inició en el computador la secuencia de ejecución de los primeros hechizos pirotécnicos. Todo parecía normal, hasta que llegó el momento de invocarlo a Él.
El aire se tornó denso, la expectación cundía entre las asistentes y todas se preguntaban cómo vendría este año, qué forma les mostraría, ¿sería tan seductor como el año anterior?
Desde el centro de una columna de humo apareció un hombre joven, delgado, vestido con un traje oscuro, camisa a rayas y una corbata de color claro. Su cabello estaba recortado y milimétricamente ordenado, era la perfecta imagen de un ejecutivo moderno.
Caminó recorriendo el círculo interior, pasando por el lado de cada una de sus súbditas, regalándoles un apasionado beso y dejándoles una carta junto a su electro caldero. Terminado este ritual, Él volvió al centro del círculo, levantó los brazos invocando otra columna de humo, y desapareció tan inesperadamente como llegó.
Las brujas comenzaron, todas sorprendidas, a preguntarse entre ellas qué ocurría, mientras abrían los sobres a su lado. Sus expresiones fueron muy variadas al leer “Agradezco tus años de servicio, pero has sido reemplazada por un computador”.
Jota |