Soñé que vivía, que moría y que muriendo; soñé en ti, sobre ti… Soñé que era real, que todo era verdadero y que las mentiras eran sueños, ficciones y falacias… Soñé que el dolor era falso, la amargura ilusa y la soledad un chiste… Soñé que quizás Fortuna, Destino, Venganza, Ira, Odio y Culpa eran una… La Muerte…
Soñé incluso que soñaba que aún estando vivo, moría, y que al momento de morir, nacía… y nacía muerto… muerto y aún soñando…
Y entre tantos sueños, Orfeo se me impuso; ya sin saber si vivo, muerto, soñando, muriendo o siquiera estando, me hizo ver a quien reconocí como "yo"… Víme acostado y soñando, afligido y sudado, tenso y energumenizado… víme después, quieto pero agitado, aún tieso y ojiabierto, plasmada la mirada en el techo; la luz rechinaba en mi cara y en el cuerpo cubiertos de sudor frío y ajeno…
Cigarro… Un cigarro en medio de la noche, en medio de la cama, entremedio de las sábanas y entre mis sueños y mis miedos…cenizas sobre mi almohada... olor a humo, sutil, áspero y salado… frío calmo, punzante y fútil… Escalofrío…
Suicidé con ira y, reconozco, un poco goce, al cigarro, aplastándolo contra la irregularidad del cenicero. Con la cara apretada contra la almohada exhalé lo que había sido el último sorbo nicotinoso… seguía respirando como si la espuma no estuviese ahí para bloquear mi respiración… Agitación, desesperación, rabia, impotencia…grito y un puño enterrado en el colchón, ahogado en las sábanas, silenciado entre estruendosos y agitados jadeos y susurros que ni yo entendía… me di vuelta y miré al techo de nuevo, pero ya no era tal: cielo negro con estrellas reprimidas; no sábanas sino pavimento; no humo sino vapor agónico; no cigarro sino un trozo agudo de vidrio, ex-botella de un vino barato y rancio; no un puño ahogado en la cama sino una falla geográfica a lo largo del antebrazo, emanando manantiales de sangre… la piel rasgada, la carne y las venas… Sangre… mucha sangre…
Tomé el brazo inerte, muerto e insensible… lo apreté, y nada…no lo sentía; simplemente no era mi brazo, no me pertenecía… Me levanté…sin dolor, sin ardor, sin el frío hormigueo de la otra vez, pero el brazo quedó en el pavimento, ahí, inmóvil, ensangrentado, verdoso y cadavérico, y yo de pie frente a él… miréme el hombro y ahí estaba mi brazo, miréme los pies y ahí estaba, un gran pedazo de carne: el resto del cuerpo que hasta donde tenía entendido era “yo”…



...CalibraXis...