¿ALO?...¿ALO?... parte III
Mauricio Jaramillo sintio verguenza. ¿como era posible que por su cabeza hubiese pasado la idea de colgar el telfono? aquella mujer lo empezaba a conmover.
Se comparò. Asi como èl deseaba conversar con Zulma, asi mismo aquella mujer solitaria buscaba comunicarcion con alguien. ¿porque negarselo?¿que derecho tenia èl de privarla por un minuto de hablar?... ¿o dos, o tres...?
"¿¡Uf, que alivio, Dios mio! por un instante crei que usted me habia traicionado tambien. Hay gente que no cuelga pero se pone hacer otra cosa y deja descolgado el telefono o se duerme y me deja con la palabra en la boca. Algo me decia que usted no era como los demas hombres. Si, por su vaz, ¿sabe? he aprendido a diferenciar la voces y a saberlas amistosas u odiosas. Hay unas mas solitarias que la mia. Lo sè. Tienen un dejo triste que largan en cada frase. Suenan amargas, como si cargaran una horrible tonelada de penas. Eso me subleva, ¿sabe? Siento grandes deseos de animarlos... sobre todo cuando son jovenes. Fijese, los llamo para alimentarme el alma y termino dando animos... pero muchos no me entienden y puede mas su corrosion y cuelgan... bueno, pero no se trata que sea yo la unica que hable, ¿verdad? digame algo, algo de usted..."
Mauricio no supo que responder. Estaba sorprendido. La imagen de aquella anciana crecia en fortaleza.
"Continue hablando", le pidiò y ella le respondio que la halagaba al decirle eso, pero que queria oirlo a el tambien. Le pregunto si era casado y si tenia hijos. "Una hija y la quiero mucho".
fue cuando la anciana le martillo la cabeza diciendole que hiciera como si no la tuviera. "Es terrible lo que usted me pide. ¿por que habria de ignorar ami propia hija?".
Con voz tranquila la anciana le replico que hablaba asi para que èl camprendiese mejor la situacion por la que atravesaba ella.
"¿sabe cuantos hijos tengo? cinco: cuatro hombres y una mujer. Y sin embargo, estoy sola, llamandolo a usted a esta hora... No demoran en quitar la luz... Aguarde un momento, tengo que ir a revisar que la puerta este bien cerrada. No cuelgue. Ya regreso...
Mauricio la oyò alejarse. Eran pasos desiguales, lentos. Como si arrastrara uno de los pies. Por un instante silencio total y luego, de nuevo, los pasos acercandose.
"¿Alo?... Sabia que podria confiar en usted, que no colgaria. ¿Puedo pedirle un favor especial?... No se preocupe. Es sencillo para usted, lo sè. Le queda facil... Gracias de nuevo... lo que quiero pedirle es que cuando se vaya la luz no cuelgue, ¡por favor! ... Y si estalla otra bomba tampoco. ¿sì? No me deje sola. Gracias. Es terrible estar sola, mejor dicho, sentirse sola. Y fijese, con cinco hijos. Pero todos se han marchado ya. Han tomado cada uno su propio camino y me he quedado sola... es la vida. Sabia que eso sucederia algun dia, pero es dificil vivirlo. No somos dueños de los hijos, ni de nadie...
¿Alo?...¿Oiga?...¿Me escucha?...
¡Si, claro que la escuchaba! Mauricio quiso saber donde vivia y cual era su nombre. Un creciente interes se iba apoderando de èl. Pero la anciana empezaba a dar muestras de fatiga y la sola idea que colgara lo inquieto. Ahora los papeles se invertian. El temor rondaba a Mauricio. Para evitar la desconexion le pidio el numero telefonico. Empezo a dictarselo. pero mastro duda en el cuarto numero. Mientras ella fue por la libreta para cerciorarse, Mauricio busco la pluma de nuevo. Oyò cuando la anciana camino pesadamente, cojeando, y luego cuando abrio un cajon. Mauricio imagino un nochero de madera pulida. La anciana cerro el cajon y rengueo de nuevo. Pasos desiguales acercandose... A Mauricio le parecia verla arrastrando en pien...
Sì, la llamaria despues, Quizas al dia siguiente. ¿que tanro era una llamada? para ella significaria compañia. Cuantas personas de esa edad estarian en las mismas...
Sì, la llamaria a la noche siguiente y la saludaria y le comentaria cualquier cosa... Valia la pena...
De repente, Mauricio sintio como si le pegasen un puñetazo en el oido... Dos segundos despues, el terrible eco de una explosion llego hasta su balcon y luego todo quedo a oscuras... y en silencio. |