¿Has sentido la transición de un segundo a otro, el supurar del tiempo detenido en un chispazo de luz que emerge, brota, se desparrama y muere, como un deseo reprimido? Es la sempiterna pero efímera sensación de vibración, de temblor en el espacio que nos envuelve, que nos aprieta, temblor en la piel y en eso que somos, todo vibra imperceptible pero se siente perfectamente como te vas desprendiendo de ti a cada momento, a cada movimiento; sientes cada breve chispa de luz, cada pellizco de espuma, grano de arena, polvo boreal que se ha desprendido de tu cuerpo, de tu boca, se expande, explota y se expande al surcar el viento, al hacer contacto con él, al interrumpir la breve danza, el flotar alucinante de las partículas del aire, brillando hipnotizantes en el halo de sol que entra y se estrella en el suelo del cuarto. |