Por que te quiero, por que soy humana..y a veces lo olvido, porque seamos nosotros, pero sobre todas las cosas, porque hay que dar gracias, de que tu seas Tu, y yo, sea Yo.




Este cuento empieza en la Nada. Allí, tu, todavía no eras Tu.
En la Nada, la palabra tiempo, no quería decir minutos, ni horas, ni segundos, en la Nada el tiempo, era solo tiempo, una fracción infinita de momentos que se agarraban de las manos, gravitando en la inmensidad del espíritu de los que allí habitaban, limitando sus deseos y sus intenciones, ya que en la Nada, el tiempo, marcaba las buenas noches y los buenos días, y nunca, jamás, dejaba de trabajar en su propósito, hacer morir el ayer.
A veces tu, que todavía no eras Tu, intentabas estirarlo (el tiempo), descifrarlo y exprimirlo como una naranja, pero él, siempre conseguía darte la vuelta al día, y mientras tu intentabas frenarlo haciéndole música, el acortaba el tiempo en cada instante y cada nota, y siempre, auque tu no quisieras, se hacía de noche y luego, de día.
Yo por aquel entonces, todavía no pertenecía al universo, y estaba hecha de sueños e intenciones, de caballos de colores y pompas de jabón; y a pesar de no pertenecer a la existencia, al mundo tangible que se conforma de materia, tu, podías soñar conmigo, sin que yo fuese más, que un brillo en la pupila de tu ojo, más que partituras e impalpable espiritualidad, aunque yo no fuese más que un presentimiento.
Cuando yo solo era para ti eso, deseo, te veía desde el fondo de ti mismo, lleno de miedo, vagabundeando en la estructura cósmica, lleno de oscuridades e intuiciones, soñando un no sé qué, soñándome, y soñándote, soñándonos...y entre tus manos, imaginando que el mundo era mutable, se te escapaban todos los sueños rotos y las canciones, todos los silencios, las no respuestas...

Sobreviviste valientemente en la Nada, hiciste de ella tu Algo, y la bautizaste de burbuja para no lastimarte cuando saltabas desde las cornisas de la informidad , la banalidad y los sin sentidos existenciales, sumados una y otra vez en el insomnio, sin resultado alguno, sin verdad, apoyados en axiomas ininteligibles para tu corazón.

Aquí empiezan, las ventajas del cuento.
Gracias a ti, Somos Nosotros.
Aprendiste, a buscar el vaso medio lleno, y dentro de ti, tenías las herramientas para nacer una y otra vez, cuando te tropezabas, guardabas los fotogramas exactos de las palabras dulces, y los buenos cigarrillos, y las despedidas tristes, que también conseguían inspirarte; le arrancabas al silencio la música, y hacías bandas sonoras en tu vida, cuando te abrazabas a la almohada, esperando que fuera de tu cama, el mundo se sintetizase en trasparencias.
Gracias a todo esto, tu supiste soñarme, y eso me dio un lugar en el mundo, porque todas tus preguntas escondidas, esperaban en mi.
Así llegué a formar parte de la Nada, como tu, a saber a que dos más dos no siempre daban cuatro, que teníamos en el alma las palabras, que la soledad las escondía, y que había algo más hay fuera, Nosotros, que todavía no éramos.
De esta forma la casualidad nos inducía a los juegos de aproximaciones, a las distancias breves, a ver y no tocar. Tan solo a dejar hueco a la imaginación y las miradas.
Y una noche, en que yo, que todavía no era Yo, me encontraba sumida en la madeja disoluta de mis incongruencias, sumida a fin de cuentas, como desde el principio, como tu, en la Nada, descubrí, contigo, que el mundo no tenía Finisterra, que yo, sin saber quien eras estaba un poco en ti, y tu sin conocerme, me soñaste.

Y la casualidad no repartió más cartas, y ese mes, de ese año, de ese día atemporal, que no está en los almanaques, tan solo en nosotros, las ventajas para que tu supieras que yo era Yo y yo averiguara que tu eras Tu, las pusimos Nosotros, a través del tiempo, que en aquel momento, tuvo sentido en la Nada, dentro de nuestra alma, y para siempre.