¡Mamá, ya no quiero ser diputado!
Por Luís M. Villegas. HSP.

La primera imagen que me viene a la iconográfica mente es la de un tipo con sombrero stetson de pelo y lentes oscuros, por supuesto que trajeado y con botines, que deja ver unas cachas platidoradas-con águilas federales- de un gran pistolón clavado en lo que alguna vez fuera su cintura. No estoy exento de haberlo fijado de alguna caricatura del genial Rius, quien los dibujó con maestría irónica sin igual, pero desafortunadamente, talvez por la época, no existía el referente femenino, ya que en esos tiempos, carentes de equidad de género, la mujer se dedicaba casi exclusivamente a la silvestre tarea de cuidar a sus hijos y de su hogar, trabajos hoy despreciados por el modernismo.
Después de la época yuppie, en donde masters y doctorados sustituyen al sentido común y al simple conocimiento de un tema, recién inauguramos legislatura, dividida y accidentada por un proceso electoral resuelto con forceps y en condiciones insalubres. Por supuesto que la globalización nos ha brindado la oportunidad de lucir muy actuales, de tal forma que las grescas entre diputados, que antes se las asignábamos casi exclusivamente a los parlamentos orientales, hoy nos asombran en el televisor, llevando nuestra actualización por vía de los medios electrónicos, para mostrar al mundo la manera como hemos dejado atrás la aldea y a mostrarnos inevitablemente admiradores e imitadores de lo malo. La picaresca popular, siempre irreverente y criticona, tradicionalmente les ha considerado como un apéndice inútil que solo se dedica a levantar el dedo para aprobar leyes y reglamentos que les indican sus líderes y que ya han sido sujetas a lo que ahora llaman cabildeo, que ya traducido significa recibir algo a cambio por el voto, aunque esté en contra de tus principios, si es que los tienes. Lejos han quedado las promesas de campaña y los compromisos con la cándida ciudadanía que les confió sus problemas y aspiraciones y que, cibernéticos, se comprometieron a “bajar recursos”, aludiendo a obtener de algún lugar mágico-religioso el dinero para realizar la obra o brindar el apoyo. Hoy interesa ser considerado para participar en comisiones, sin importar si conoces algo del tema, toda vez que se traduce en una mayor chuleta. Acercarte a quienes mandan para ser invitado a las reuniones, no importa que primero solo hagas mandados, tendrás la oportunidad de demostrar que puedes conseguirles lo que quieran sin importar el lugar y la hora. Podrás desayunar en los mejores hoteles y restaurantes aunque no sepas que ofrecen en el menú, al cabo que siempre podrás pedir lo mismo que pidió el de al lado. En lo de vestirse, no hay que preocuparse ya que solos llegan sastres y proveedores solo limitados por el presupuesto.
Lo que nunca advirtieron era que habría que sufrir empellones nada propios de la investidura de los padres conscriptos, requiriéndoles virtudes propias del pancracio. De haberlo sabido se hubiera facilitado nuestro desarrollo democrático, invitando a nuestros grandes y admirados luchadores para postularse para diputados, quienes siempre contaron con el respeto, reconocimiento y asombro del publico de todas las edades, aunque en el fondo siempre supimos que nos engañaban con sangre de pollo. Tener a Santo, Blue Demon , Huracán Ramirez , “Tonina” Jackson y al “Cavernario” Galindo por el lado de los gladiadores y a Irma González, Irma Aguilar, “Panterita sureña” y a Lola “dinamita” González, por el de las amazonas, seguramente hubieran hecho que las sesiones de la cámara, cuando menos, fueran mas divertidas y de mejor calidad. Ante esto y por la falta de recursos corporales y de talento debo aceptarlo: ¡Mamá, ya no quiero ser Diputado!