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PRIMERA CACERÍA

Por Hanel Bacchae

Segunda parte

LA ARMADA DEL REY

Marret y el resto de la cuadrilla de caza empezaban a inquietarse por la suerte de su hija Noa. El cazador paseaba nervioso en torno a la hoguera, temiendo que su inteligente pero despistada hija se hubiese extraviado.

Cuando oyeron el sonido entre los arbustos, al borde del claro, todos pensaron que Noa había regresado por fin y respiraron aliviados. Sin embargo, una rígida voz les sorprendió a todos.

-¡En nombre del rey, alzan las manos!- Grito la voz

-¿Quién vive? –gritó Marret por respuesta, desenvainando su cuchillo.

-Los Guardias imperiales del rey –respondió la voz.

Los cazadores se miraron entre sí, más sorprendidos que asustados. Nada debían temer de los soldados del Rey Josey, si realmente eran ellos. Así pues, se levantaron de sus lechos de hojas y mostraron las manos en alto, pero sin alejarlas mucho de las armas. No sería la primera vez que los bandidos atacaban a los cazadores para robar su botín.

-Muéstrate, entonces –gritó Marret

Diez hombres, vistiendo la librea azul y dorado de las tropas reales con el escudo del reino, entraron en el círculo de luz.

-Soy Melank, teniente de la tropa del rey.

- Marret, cazador y herrero. ¿Qué puedo hacer por ti?

-Tengo intención de registrar tu campamento, cazador. Buscamos algo muy valioso que el rey echa en falta. Ruega a tu Dios porque no lo encuentre aquí.

Marret enarcó las cejas, molesto por la insolencia del oficial. Sin embargo, aquél hombre parecía nervioso y tenso; además él no tenía nada que ocultar, así que se forzó a reaccionar con calma.

-Todo lo mío es del rey, oficial. -contesto Marret

El teniente asintió, en principio satisfecho. Los soldados registraron con prontitud el campamento y sus alrededores, mientras dos de ellos vigilaban a los seis enanos que componían el grupo de caza.

-Ni rastro, mi teniente –informó después uno de los guerreros.

-Está bien, cazadores –dijo Melank -, discúlpanos y que la caza les sea propicia.

Cuando se disponían a marcharse, Marret se interpuso.

-Esperen un momento, soldados –dijo-. No sé qué misión tienen, pero si hay algo que podamos hacer para ayudaros, cuenten con ello.

El resto del grupo asintió.

-¿Arriesgarás tu vida sin saber por qué, cazador?- cuestiono el Teniente

-Arriesgaré mi vida por mi rey, ahora y mil veces que me lo pida. Además, hace unas horas envié a mi hija a la Astillera con unas pieles, y si hay algún peligro en el bosque, quiero saberlo, pues por ella arriesgaría mi alma.

El teniente pareció debatirse entre el silencio y la confianza, y finalmente se decidió.

-Está bien, Marret –dijo-. La princesa ha sido raptada esta noche, y sus captores huyen ahora por la montaña.

Continuara….

Texto agregado el 30-11-2006, y leído por 80 visitantes. (1 voto)


Lectores Opinan
08-02-2007 exquisita historia espero la siguiente heriol
 
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