Era solo un triste varón desnudo Que la vida forjo en mazo acerado Dejando todo su cuerpo doblado Quedando solitario por el mundo Por ahí deambulaba iracundo Con la mente y la mirada desnuda Tan escasa como su piel huesuda De tantos ayunos de vagabundo Un monumento al barro y al olvido Ropas sin nombre y manos escamosas Y mas abandonadas que su orgullo Nadie hablaba sobre el desconocido Ni en las reuniones de viejas chismosas Mas al morir, Dios mío !Que murmullo!
Texto agregado el 29-11-2006, y leído por 183 visitantes. (6 votos)